Después de años pensando que los modelos a imitar, en el campo del diseño editorial, eran Alberto Corazón o el incomparable Daniel Gil, he descubierto qué equivocado estaba.
Sea por un motivo o por otro, siempre estoy rodeado de libros: en el trabajo, primero como francotiraeditor y ahora como técnico editorial; en los estudios de mi "edad tardía", Lingüística; en casa, siempre leyendo poesía o ayudando al nene con los deberes; y hasta en las relaciones sociales, pues siempre cae alguna presentación de libros o revistas, o lecturas de poesía. Y es que estaba predestinado a este "mundo de papel"; baste con decir que lo primero que estudié en la universidad fue precisamente "Biblioteconomía".
La cuestión es que siempre acabo prestando mucha atención al diseño de los libros, en especial al de las cubiertas —o portadas, como se las llama en el mundo real, quizá con menos propiedad pero, desde luego, con mucha más difusión—. La imaginación trabaja sola, y te planteas qué habrías hecho tú para ese libro, qué te gusta, qué encuentras fallido; supongo que es un proceso interminable de aprendizaje, la educación del gusto.
Sin embargo, últimamente me he encontrado con algunas portadas que me han hecho replantearme muchos de mis "prejuicios" gráficos. Y es que estoy convenciéndome que el mérito del diseño no consiste en buscar las proporciones armónica, el efectismo estético, ni siquiera captar la atención; no, ni mucho menos. El verdadero mérito del diseño es conseguir que te paguen por ello. Para demostrarlo, he recopilado algunas muestras, algunas grandes obras de los más grandes del diseño libresco, que incluso consiguen que su nombre aparezca en el libro junto a términos como "diseño" o "cubierta". Veamos:
Esta magnífica portada la firma en la página de derechos un gran diseñador llamado Hans R.
Como se puede apreciar, el delicado trabajo del artista ha consistido en ubicar la mención de autor y el título en una distinguida posición superior, y reservar la inferior para un listado de contenidos.
La elegancia del texto alineado en bandera, hacia la derecha y pegado al corte, y el sutil toque de color (azul, en concreto), para resaltar algunas de las menciones, junto a la elección de una tipografía clara (helvética, parece ser) y una sobria composición, conforman una exquisita cubierta de líneas depuradas y acabado rotundo.
Como se puede comprobar, el artista es capaz de exprimir al máximo las posibilidades gráficas en un formato ya definido, como el de esta colección, que suponemos que impone el uso no sólo del anagrama sino del color de fondo. Un gran trabajo de Hans, que debió de aplicarse con el letraset, pues la página de derechos menciona también a un "componedor" de la portada.
Aquí tenemos otra obra de gran mérito, firmada por un esforzado grafista llamado Vicente A.S.
No dejen de admirar la impagable combinación cromática, que permite salvar las limitaciones presupuestarias de usar sólo dos tintas.
También atinada es la jerarquización marcada por los distintos cuerpos del tipo, muy ortodoxo, por otro lado.
A destacar también las refinadas líneas horizontales que enmarcan la información del libro, aunque muy probablemente sean mérito del diseñador de la colección, cuyo nombre no aparece.
Y, como remate final, una composición insuperable, obra de un maestro del minimalismo llamado Nacho S. ¡Qué dominio de las proporciones! ¡Qué agudeza para la elección de tonos! ¡Qué reminiscencias venecianas en la tipografía de corte aldino! ¡Qué inimitable buen gusto en la composición en bandera! ¡Qué inmensa faz, qué pétrea dureza, la de este adalid del diseño, árbitro de la elegancia! ¡Qué talento, conseguir firmar y hasta cobrar por tan elaborado producto!
En fin, que todos hemos tenido alguna vez que entregar un trabajo a última hora, también hemos sido novatos y han tenido paciencia con nosotros, y que hasta el mejor escribano alguna vez echa un borrón. Pero luego lo raspa o le pasa el tippex. Y no lo firma, hombre.
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miércoles, 18 de abril de 2007
Los más grandes del diseño gráfico
Publicado por Javier Menéndez Llamazares en 15:51 Califica este artículo (1-5):
Etiquetas: Pasatiempos para un día de lluvia
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6 comentarios:
Ay, qué malo que eres. Y qué miedo hay que tenerte... Un abrazo.
Ya sabes, cuando soy bueno, soy bueno. Pero cuando soy malo, soy... ¡Ah, no, que esa era Mae West!
Como diría la más bella entre las bellas, "yo no soy malo, es que me han dibujado así".
Esos libros me los tengo empapadísimos, y con el tiempo hasta les acabas cogiendo el gusto a esos diseños (por cierto ¿qué tienes tú en contra de Alvar y del color marrón y de los lexicógrafos?).
Pues... varios años de Facultad.
jeje, he leido tu artículo y al principio pensaba que hablabas en serio, menos mal que andabas de coña!!
Salvo la primera portada a la que para ser sinceros yo le encuentro una cierta armonía con los textos en bandera, en el resto estoy de acuerdo. Tal vez por eso el primero se afirma la firma y el resto no, jua.
Saludetes de una dise-ñata!
me gustan tus articulos, voy a seguir leyendo.
I am not going to be original this time, so all I am going to say that your blog rocks, sad that I don't have suck a writing skills
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