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domingo, 29 de abril de 2007

Escritores de raza

En el último cambio de siglo, como si de una vulgar epidemia se tratara, se extendió entre los especialistas y arrimados de la Literatura la expresión “escritor de raza”.
Aunque es evidente que se usa con claros tintes adulatorios, a mí siempre me resultó algo enigmática. Porque sospecho que es una de esas locuciones huecas, un mero barniz estilístico que pretende prestigiar más al que lo dedica que al que lo recibe.
Lo primero chocante es el propio término de “raza”. En estos tiempos en que todos tratamos de superar cualquier prejuicio racial, imagino que no se utilice para dividir en etnias o nacionalidades. Es decir, que cuando dicen que Cervantes era un escritor “de raza”, imagino que no estén afirmando que era de raza blanca, o cristiano viejo. Y es que la palabra “raza”, así, en castellano, todavía lleva encima una pesada carga, la de las connotaciones imperialistas que los largos años de dictadura le echaron encima —ya saben, “Día de la Raza”, “La furia española” y tantas otras máscaras con las que quiere embellecerse el totalitarismo—.

No, seguro que no van por ahí los tiros. Más plausible me parece que, continuando con la tradición popular española, que acuñó sentencias como “De casta le viene al galgo”, los aficionados a esta expresión se refieran a la vocación de los escritores, marcados biológicamente por la naturaleza para rellenar folios y folios, del mismo modo que los escarabajos hacen bolas o los afilapuntas sacan punta a los lápices. O sea, que también podría decirse que son “escritores natos”. Pero no. Lo que mola es decir que son “de raza”.

¿Por qué? Si me permiten una maldad, diría que por vanidad. Y es que todos se creen “purasangres”. Todos. Y eso que aún no se ha descubierto el gen que transmite el talento a los elegidos.

Ahora bien, pura sangre, pero ¿cuál? Hay autores de prosa lenta, estilo pausado y obras enormes. Mastines leoneses, supongo.
Los hay de obra breve y correosa, con mucho adorno que hace las veces de rizo. Caniches, diría yo.
No faltan aquellos que enseguida te hacen pensar en que llevan siempre a mano su reserva de licor. Serán San Bernardos, obviamente.
Otra clara raza sería la de aquellos escritores falderos, aupados en brazos de sus mentores, que ladran a diestro y siniestro en cuanto olisquean algún posible competidor. Animales ínfimos, con tendencia a desorbitar los ojos, como los chihuahuas.
También los hay de verbo musculado y estampa elegante, que oculta la debilidad de sus cuartos traseros. Boxers, con o sin orejas recortadas.
Los hay que antes de salir ya han llegado, pero con el riesgo de que su amo los cuelgue al final de temporada, como a los galgos.
Hay algunos exóticos, que lo mismo escriben sin puntos que te sacan una inquietante lengua azul. Serían los chow-chows de la Literatura.
Y quedan otros escribientes —primos carnales de los escritores—, ésos que utilizan las palabras como fauces, y ven a los demás como parte de la cadena alimentaria. Hienas, coyotes, chacales que acechan el más mínimo descuido del adversario.

¿Y yo, entonces? Yo, sin amo, sin collar, sin vacuna ni escudilla en la que me echen las sobras, ¿qué seré? ¿Un triste perro abandonado, recluido en la perrera a la espera de que alguien me rescate? ¿Un chucho callejero, mestizo, mezcla de todas las razas y de ninguna? Claro que a mí nadie todavía se ha atrevido a llamarme “escritor de raza”.

PS. El único y auténtico escritor de “Raza”, que yo sepa, fue un tal Jaime de Andrade, que —“francamente”— sonaba mucho a pseudónimo. Lo que no tengo tan claro es qué clase de perro sería.

6 comentarios:

Gentiana dijo...

Buenísmo lo de las comparaciones caninas... me ha recordado a 101 dálmatas de Disney con aquellos perros y sus amos replicados en formato humano.
Sólo quería saludarte, devolverte la visita, decirte que me gusta mucho como escribes. Por si nadie te etiqueta te diré que eres un escritor "de raza" única.
Enhorabuena y sigue escribiendo.

Filisteum dijo...

Yo es que echo de menos la mención al perro del hortelano, que sin ser en puridad raza aparte debería tenerse por tal.

Saluuuuuuuud

Anónimo dijo...

Y ya puestos a echar de menos, ¿qué decir del impagable perro de los Baskerville? Porque perros -escritores- fantasmas también los hay. Vaya si los hay... ¿A que no nos atrevemos a hacer una lista?

Anónimo dijo...

Gracias por firmar, porque asi he descubierto tu pagina que no se si tiene pedigri, pero a mi me gusta.

Un saludo!

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Ana, no me tientes, no me tientes...
Claro que yo tengo en mente a unos cuantos fantasmas, pero tienen unos colmillos tan afilados que casi mejor lo dejamos para otro día. Mira que ni me atrevo a hacerlo como en las páginas de sucesos, con iniciales.
Es que los hay muy perros...

Anónimo dijo...

No pense encontrar nada relacionado a la frase "de raza..." en un blog. Estoy fascinada. La voy a usar ahora mismo para un artículo sobre caballos de carrera, todos pura sangre, pero no para referirme a ellos sino a quienes los preparan...