Supongo que el mejor homenaje para Francisco Umbral, en el día de su muerte, no sería hablar de él, sino, paradójicamente, hablar de «mi libro». Y es que aquel berrinche televisivo le condenó eternamente a lucir el título oficioso de cascarrabias nacional; peor aún: para muchos, se quedó tan sólo en eso, en otro tío ególatra de incontenible mala leche. Y, cuando digo "muchos", siento tener que incluirme.
No es que quiera disculparme por ello, pero es que a mí el "padre del columnismo literario", como le ha llamado alguien hoy, me dejaba bastante frío. Eso de poner el "osea" en cualquier lado, y otras florituras que se marcaba, como que no me impresionaban, vaya. Algo tendría, sí, pero yo es que no se lo vi nunca; y eso que he leído —o empezado, más bien— centenares de sus artículos, pero nada. Lo intenté también con algunos libros suyos, y aún tengo en la biblioteca de La Bañeza un ejemplar agonizante de su "Trilogía de Madrid", a medio leer.
De lo que sí me acuerdo bien es de su porte rara, con aquel fular, un peinado inexplicable, la voz impostada y, sobre todo, aquellos sillones de mimbre que tenía en el jardín de su casa, que parecían sacados de la película de Enmanuelle. O de los piropos a través de los tabloides, como el que le dedicó a Isabel San Sebastián: «las piernas más bonitas del periodismo español». En fin, allá cada uno con sus cosas.
Pero es que yo me había propuesto no hablar de Umbral, y ya ven qué resultado. ¿Y por qué esa idea absurda de no hablar de él? No sé... para empezar, me da reparo. Yo no le tenía en muy alta estima —al menos, no tan alta como él parecía tenerse a sí mismo–, pero claro, a lo mejor es que yo no le entendía, no me esforcé lo suficiente, me faltaban cultura y conocimientos, no sé... Tampoco es cosa de meterse con un santón con una carrera tan dilatada a sus espaldas.
En segundo lugar, resulta que se ha muerto. Y no es un detalle baladí, porque resulta que yo no tengo nada bueno que decir sobre él —y, en realidad, tampoco nada malo—, pero ya se sabe que los obituarios son los textos más resbaladizos que existen, pues para hacerlos es preciso mucho jabón.
Y, para concluir, porque es el tema del día. Hoy habrá tal avalancha informativa sobre él, que todos acabaremos saturados de su vida y milagros. Y para glosar sus alabanzas y la fe de su iglesia ya están los medios de comunicación, y todos aquellos que respiran al pulso de la actualidad. Y yo me temo que no soy periodista, porque a mí me da lo mismo; puede que descubra a Umbral dentro de diez años, o que nunca me interese, pero ese calendario no me lo marcará la prensa ni la dictadura de las noticias.
Por eso, hoy no pienso hablar de Umbral.
Y además, porque me da la gana, coño, que para eso este es mi blog y hablo de lo que me sale de los mismísimos. Y si me gusta ir contracorriente, pues voy. Y si digo que hoy no pienso hablar de Umbral, pues no lo hago y punto redondo. Osea.
No es que quiera disculparme por ello, pero es que a mí el "padre del columnismo literario", como le ha llamado alguien hoy, me dejaba bastante frío. Eso de poner el "osea" en cualquier lado, y otras florituras que se marcaba, como que no me impresionaban, vaya. Algo tendría, sí, pero yo es que no se lo vi nunca; y eso que he leído —o empezado, más bien— centenares de sus artículos, pero nada. Lo intenté también con algunos libros suyos, y aún tengo en la biblioteca de La Bañeza un ejemplar agonizante de su "Trilogía de Madrid", a medio leer.
De lo que sí me acuerdo bien es de su porte rara, con aquel fular, un peinado inexplicable, la voz impostada y, sobre todo, aquellos sillones de mimbre que tenía en el jardín de su casa, que parecían sacados de la película de Enmanuelle. O de los piropos a través de los tabloides, como el que le dedicó a Isabel San Sebastián: «las piernas más bonitas del periodismo español». En fin, allá cada uno con sus cosas.
Pero es que yo me había propuesto no hablar de Umbral, y ya ven qué resultado. ¿Y por qué esa idea absurda de no hablar de él? No sé... para empezar, me da reparo. Yo no le tenía en muy alta estima —al menos, no tan alta como él parecía tenerse a sí mismo–, pero claro, a lo mejor es que yo no le entendía, no me esforcé lo suficiente, me faltaban cultura y conocimientos, no sé... Tampoco es cosa de meterse con un santón con una carrera tan dilatada a sus espaldas.
En segundo lugar, resulta que se ha muerto. Y no es un detalle baladí, porque resulta que yo no tengo nada bueno que decir sobre él —y, en realidad, tampoco nada malo—, pero ya se sabe que los obituarios son los textos más resbaladizos que existen, pues para hacerlos es preciso mucho jabón.
Y, para concluir, porque es el tema del día. Hoy habrá tal avalancha informativa sobre él, que todos acabaremos saturados de su vida y milagros. Y para glosar sus alabanzas y la fe de su iglesia ya están los medios de comunicación, y todos aquellos que respiran al pulso de la actualidad. Y yo me temo que no soy periodista, porque a mí me da lo mismo; puede que descubra a Umbral dentro de diez años, o que nunca me interese, pero ese calendario no me lo marcará la prensa ni la dictadura de las noticias.
Por eso, hoy no pienso hablar de Umbral.
Y además, porque me da la gana, coño, que para eso este es mi blog y hablo de lo que me sale de los mismísimos. Y si me gusta ir contracorriente, pues voy. Y si digo que hoy no pienso hablar de Umbral, pues no lo hago y punto redondo. Osea.
16 comentarios:
No he leído casi nada de él, alguna vez en el periódico pero poco. Supongo, osea, que será muy triste que después de tantos premios la gente te vaya a recordar por el "he venido a hablar de mi libro", antológico momento de la televisión como el "váyase usted a la mierda" que si no recuerdo mal era de Vázquez Montalbán
Jejejeje. Pues a mí no me parece triste que se le recuerde por eso. Era su pose. Él la eligió y la defendió. Era un capullo, un caradura y un cabrón. O eso quería hacernos creer.
Mortal y rosa lo recuerdo como uno de los mejores libros que leí con quince años.
Pero en el recuerdo, mejoramos.
Ah, el "¡a la mierda!" fue de Fernando Fernán Gómez.
Hmmm... Pues supongo que sólo diré "mucho usto sr. Umbral" porque no se quién putas es xD así que no tengo mucho que opinar al respecto del sr.
Me imagino que ha de ser como acá el sr. Carlos Monsivais, que me cae en la punta del hígado porque opina de todo! Y ahora dijeras "tiene un buen argumento" nooo! Habla de cosas estúpidas, por ejemplo, la filosofía de la mosca, habla del futbol cuando se le ve a leguas que no sabe nada, en fin, en todos los programas lo sacan [hasta en espectáculos]
Pero en fin, un abrazo desde México mi estimado Javier, y ya entre hoy y mañana me cambio de casa :) Ya sabes, eres bienvenido por acá.
Aloha! Saludos!
Lalo.
Ah, en la entrada era "gusto" en vez de "usto" aunque podría también ser "susto" xD
Una coincidencia que hoy haya pasado amejor vida Umbral y Puerta.
Bueno, a mí no me disgustaba demasiado su persona, no porque me resultase agradable, eso es obvio (¿a quién podría resultar agradable con semejante carácter y pìnta?), sino, tal vez, porque me divertía esa pose, esa mala leche.
Como escritor, no conozco demasiado su obra. Desde luego, sí me solían gustar sus columnas (al menos en la época en que leía El Mundo, sí, sí) y también los vistazos que he echado a sus libros de tipo "comentarios de actualidad, política y vida social". Pero como novelista, me limité a empezar a leer hace muchos años "Las Ninfas" y me resultó tan aburrido que lo dejé y hasta hoy.
Eso sí, sectario que es uno, reconozco que le tenía cierto afecto por algún que otro artículo genial que dedicó a ensalzar al Califa. Por ahí lo tendré.
P.S. A ver si este comentario aparece, que los últimos no sé qué pasaba que no lo hacían.
Bueno, hoy me toca ir contra corriente. A mí Umbral me parece un gran escritor y un columnita que creó escuela. Lo de si se ponía fulard o salía en la tele colocado son cosas que no tienen nada que ver. Pueden hacerle más simpático o lo contario, pero es algo totalmente extraliterario.
Pues yo hoy no te voy a dejar un comentario, hala!
el día del famoso programa con Mercedes Milá, no se podía estar más acertado. La insoportable a la par que istriónica MiIá quiso utilizar a unos cuantos invitados intelectuales-escritores, etc, engañándoles para llenar la tertulia de su programa con invitados gratuitos. Haciéndoles creer que "iban a hablar de sus libros…". Lo que pasa es que él se atrevió a desenmascararla graciosamente y la dió una buena lección que debería haberla espantada de la tele de por vida. No cayó esa breva. si no se le entendió es que no hay sentido del humor. Es como llamar a Dalí payaso por ser un sowhman "el más grande showman del siglo 20 trás Groucho", el verdadero inventor del pop-art. Yo sólo leía a menudo sus columnas del mundo y me parecían soberbias. aún no compartiendo muchísimas veces su opinión, lo decía con mucha clase e ironía. Me extraña que no le pillaras el toque Javier. en su columna yo he leido las mejores críticas de arte. por ejemplo una de la magnífica exposición de eduadro arroyo del 2000…y pico en. Era como diseccionar el siglo XX y su decadencia artística y tenía un conocimiento del mundo del arte pasmoso. y etc… bueno pero este es tu blog y hablas de lo que te da la gana, qué pasa. Pues eso.
http://www.elmundo.es/especiales/2007/08/cultura/umbral/dijerondeel.html
http://www.elmundo.es/especiales/2007/08/cultura/umbral/columnas/
pal que quiera releer alguna de sus columnas, acabo de encontrarlo
Una noticia que se cuela entre las esquelas en la prensa de hoy, que vaya, de lo de Puerta se podría hablar. Las imágenes del desfallecimiento mientras se daba la noticia de su muerte, y de fondo, Puerta dándole el telele. La noticia es que sube el pan, y parece que un 50 % en los próximos meses. Esto, que nos resbala acá, cosa increíble si pensamos que, al menos yo, crecimos comiendo bocatas, en muchos países del Sur y del Este es una tragedia. Si Umbral al hablar, hacía que subiera el pan, casualidad que al morirse también. Como ven, yo tampoco pienso hablar de Umbral.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Me parece muy interesante la disparidad de criterios, sobre todo porque tengo la impresión de que la diferencia de opinión tiene mucho que ver con el criterio generacional. Para los que sólo conocimos la última etapa de Umbral (de los ochenta hasta hoy), no hay sintonía.
Sin embargo, los que le leyeron en los setenta y primeros ochenta le ven como un grande de la letra impresa.
¿Será que nos perdimos lo mejor de su obra?
¿Será que es necesario un profundo conocimiento del contexto sociocultural del momento (la España de la postguerra y la transición) para valorarlo en su justa medida?
¿Será que estiró demasiado su figura y acabó siendo más personaje que escritor?
¿Será que el final de su carrera no es comparable a su etapa más boyante?
Sí, son muchas preguntas, pero me gustaría saber qué opináis.
Coincido con Toribios en que poco importa la personalidad frente a la obra, pero creo que Umbral jugó a ser personaje público, y eso pasa factura.
Y creo que Bartolo tiene cierta razón al decir que Umbral desenmascara el pútrido juego de la Milá, pero no tuvo acierto con las formas, con lo que el el tiro le salió por la culata.
Y, sobre la chulería del post... en fin, Bartolo, que me he quedao con tu cara. xDDD
Vamos, que era un burdo intento de homenaje.
Pero si alguien más quiere tocarme las narices, a la salida le espero. Coño. Osea.
me expresado mal entonce, no era una chulería o desprecio, seguía tu homenaje. pero uno no se expresa con tu facilidad hombre.
Lo que me extraña es q te parezca que falló en las formas. No me pega con tu sentido del humor. Estuvo enorme y lo sabes. A ver si me vas a venir a hora con remilgos. No quedamos en que la televisión es espectáculo? pues eso coño. mató 2 pájaros de un tiro: hizo justicia y nos echamos unas risas,
qué más quieres?
Y yo me quedo con sus columnas de los últimos años y no con los libros anteriores, que no he leido, jeje.
"Este país" es muy ingrato con lo que tiene, siempre encontramos algo con que echar por tierra a nuestros artistas, deportistas, escritores, etc. Ocurre también que aquí no se puede dar un corte de mangas a nadie, y menos aún a la prensa. La disensión está mal vista; si no eres "simpático" con quienes tienes que cumplir, si no satisfaces tus obligaciones gregarias, se echa barro sobre tu obra, y todos tan campantes. Algunas de las astracanadas de Umbral han quedado en la memoria histórica de gentes que jamás se han acercado a su obra; bastante triste, por cierto: opinar sobre alguien que no conocemos personalmente por influencia de terceros que tampoco conocemos. Muy fiable, sí. Umbral era un magnífico columnista (me atrevería a decir que el mejor) y un escritor más acertado unas veces, menos otras, pero siempre interesante. Su muerte es una pérdida para la literatura española; de esa raza quedan pocos. Cuando estiren la pata los que restan, sólo nos desayunaremos con Almudena Grandes, Lucía Echevarría, la Zanfoña del Viento y el Lápiz del Carpintero. Jo, qué triste.
Publicar un comentario