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jueves, 29 de marzo de 2007

Mi camarera me odia


Yo intento tomármelo con resignación, pero creo que mi camarera me odia. Y es que voy contra el principio de economía, y eso es algo que siempre cuesta disculpar.
Aquí en Santander la gente llega y pide un mediano, que aunque tenga ese nombre tan casero no es más que el café con leche que decimos en León, o el café au lait si te quieres poner finolis —del capuchino ya ni hablamos—.
Pero yo todos los días me planto en el café Santander Antiguo y le pido a Gloria mi café:
• descafeinado
• de máquina
• solo (es decir, sin leche)
• y con sacarina

Ya, ya lo sé, esto no es serio. Cada vez que viene alguien nuevo al café, siempre se chotea: “¿Qué pasa, que no puedes pedir algo normal?”, o “Vaya mariconadas que toman algunos”. Y el plus ultra: “Pues ya, total, pídelo sin café…”
Menos mal que Gloria, que es muy atenta y muy profesional, debe de verme salir de la Facultad y cuando llego a la altura del semáforo ya me va preparando la comanda; imagino que lo hace, también, por no escuchar la retahíla, ya sabéis eso de las máximas conversacionales de Grice y lo de no dar más información de la necesaria. ¿Que no lo sabéis? Pues entonces alegraos de lo afortunados que sois por no haber tenido que estudiar lingüística (si hay petición popular, otro día podemos tratar este tema tan apasionante de la pragmática).

Pero, volviendo al café, quiero que quede bien clarito que toda la culpa la tiene mi médico (o médica, o médic@ o como se diga), que se empeñó en hacerme análisis y me encontró algún que otro problemilla con no sé qué cochinadas que andan por la sangre llamadas triglicéridos —que a mi amigo Llanillo le sonaban familiares, y estaba empeñado en acercarme una cerilla a ver si explotaba o no; lo siento, Llanillo, pero eso es el trinitrotolueno (tnt) o la nitroglicerina, ¿es que no leías tebeos de pequeño?—.

Resumiendo, lo de la cafeína es porque me la ha prohibido el médico.
Lo de solo es porque no puedo tomar leche entera.
Lo de la sacarina es porque el azúcar y yo ya no somos amigos.
Y lo de que sea de máquina eso sí que es cosa mía, porque resulta que a mí antes me gustaba el café y esto es, dentro de lo que puedo tomar lo que más se le parece.

Así que espero que mi camarera sea comprensiva y me perdone… algún día.

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