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jueves, 29 de marzo de 2007

Artistas canónicos


Hace unos días que está arreciando la campaña popular —ojo: popular, no del Pe-Pé— contra la amenaza del famoso canon de la SGAE. Al parecer, ya van por las doscientas mil firmas, lo que quiere decir que aún está lejos el objetivo del medio millón, cifra talismán que supuestamente podría obligar a que a lo mejor en algún momento se llegara a hacer algo.
Y eso, con suerte, claro, con mucha suerte, porque el debate parlamentario cae mucho después de las elecciones, y además en verano, con lo que seguro que alguna hecatombe “humanitaria” llena tanto las noticias que no habrá tiempo para hablar del asuntillo ese del canon de la SGAE.
No me gusta ser tan pesimista, pero parece que pintan bastos; así pues, quizá lo mejor sea plantearse nuevas estrategias que, si bien no nos van a librar de que nos den el palo, al menos nos alivien un poquito.
La cuestión es que este impuesto indirecto —una prodigiosa muestra del espíritu “progresivo” de nuestro agonizante estado del bienestar— va a tener que repartirse de algún modo, y puesto que nos lo van a sacar a todos, queramos o no, lo más justo sería articular un sistema de reparto de pagos lo más equitativo y representativo posible.
¿No es posible elegir en la declaración de la renta a qué se va a dedicar el cero coma cero cero y algo de tus impuestos? Pues entonces, ¿por qué no vamos a poder decidir qué artista-intérprete-autor —convenientemente asociado a la SGAE, claro— va a recibir nuestro dinero?
Porque desde ahora mismo aviso que no estoy dispuesto a que por cada cedé virgen que pase por mis manos le vayan a dar un euro a Alejandro Sanz. ¡Estaría bueno! Si yo cada vez que lo escucho cambio de emisora, ¿por qué tengo que financiarle el jet privado? ¿No podrían darle el euro a Javier Krahe, que seguro que lo reinvierte en algún bar español, y así nos acabaría beneficiando a todos?
Podría hacer una lista muy laaaarga con todos aquellos a los que no quiero subvencionar, porque ya bastante castigo es aguantar su música. Así que voy a exigir que, cada vez que me sableen el canon, venga a mi casa una encuestadora de la SGAE y apunte los nombres de los músicos que escucho, para que cobren ellos el canon y no Bisbal. Porque una cosa es que la industria discográfica despilfarre un montón de millones en promocionar sus productos y otra muy distinta es que en realidad les escuchemos voluntariamente.
Por cierto, que ahora que lo pienso, seguro que a los de ONCE no se les ha ocurrido que podrían cobrar un buen pellizco por cada par de gafas de sol que se vendieran. Y a los escritores, por los lápices y las gomas de Milán. Y los dentistas, de la pasta de dientes. Y los ayuntamientos, de los aparcamientos… Esto lo estudian bien los abogados de la SGAE y los asesores del gobierno, y en dos días aparece algún ministro diciendo que sí, que no, y el chaparrón nos cae seguro.
En fin, que firméis lo del no al canon, chatos.

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