De cuando en cuando me acuerdo de una cancioncilla muy cañera que decía algo así como “…y cuida bien… tu melocotón, tataratá, tataratatá”, y ya no sé más. Sonó a principios de 1990; lo recuerdo bien porque aquel invierno Roberto Romero se cayó por las escaleras del Trianón, que había pasado de teatro a discoteca, con una botella de agua de fuego escondida en la cazadora. Para que luego digan que lo del botellón es un invento de esta juventud degenerada, y que el mundo se acaba y tal y cual.
Por suerte, al muchacho no le pasó gran cosa: algunos moratones y poco más; casi le dejó más marcas el portero al echarlo a la calle. Lo de que le costara mantener el equilibrio era de antes de caerse, porque él ya llevaba lo suyo y la botella iba bastante menguada. Al final tocó pasar la noche en los Jardines del Cid, esperando que se serenase y pudiera volver a casa, mientras el tío se empeñaba en seguir dándole a la botella, que había sobrevivido al siniestro, milagrosamente.
Y mira que era majo aquel Romero, y eso que bebía demasiado, incluso para tener dieciséis o diecisiete años. Estudiar no estudiaba mucho, y además mantenía unas sospechosas relaciones con los “Ultraleón”, los hooligans de la Cultu —que ya hay que tener moral, dicho sea de paso—. No sé si acabó el bachillerato, creo que estuvo una temporada de pescadero y luego andaba por ahí de transportista, pero no sé si seguía dándole al “melocotón”.
Casi veinte años ya, y todavía de vez en cuando me sorprendo tarareando aquella cancioncilla de la que nadie se acuerda. Yo creía que era de un grupo de power-pop torero llamado “Espontáneos”, que cantaban canciones de tres minutos sobre reventas de Las Ventas y hacía versiones aceleradas de un tal Nino Bravo, que ni sabíamos quién era. Pero no he conseguido encontrar la canción, no aparece en su discografía y no hay ni rastro de ella. Quizá se trate de una mala pasada de mi memoria, quizá sea un recuerdo a medida y la inventara yo mismo aquella noche, mientras Romero rodaba escaleras abajo y los chicos del bachillerato experimental aguantábamos la respiración, presagiando que la botella iba a acabar con él, literalmente.
“Y cuida bien… tu melocotón”. Pues eso. Sí, sí, ya sé que como himno generacional no tiene mucho futuro; que no lo firmaría Dylan, que no es la estaca aquella ni al vent, que la metáfora está aún por limar y todo eso, pero ¿qué queréis que le haga? ¿Acaso se pueden elegir los recuerdos?
Por suerte, al muchacho no le pasó gran cosa: algunos moratones y poco más; casi le dejó más marcas el portero al echarlo a la calle. Lo de que le costara mantener el equilibrio era de antes de caerse, porque él ya llevaba lo suyo y la botella iba bastante menguada. Al final tocó pasar la noche en los Jardines del Cid, esperando que se serenase y pudiera volver a casa, mientras el tío se empeñaba en seguir dándole a la botella, que había sobrevivido al siniestro, milagrosamente.
Y mira que era majo aquel Romero, y eso que bebía demasiado, incluso para tener dieciséis o diecisiete años. Estudiar no estudiaba mucho, y además mantenía unas sospechosas relaciones con los “Ultraleón”, los hooligans de la Cultu —que ya hay que tener moral, dicho sea de paso—. No sé si acabó el bachillerato, creo que estuvo una temporada de pescadero y luego andaba por ahí de transportista, pero no sé si seguía dándole al “melocotón”.
Casi veinte años ya, y todavía de vez en cuando me sorprendo tarareando aquella cancioncilla de la que nadie se acuerda. Yo creía que era de un grupo de power-pop torero llamado “Espontáneos”, que cantaban canciones de tres minutos sobre reventas de Las Ventas y hacía versiones aceleradas de un tal Nino Bravo, que ni sabíamos quién era. Pero no he conseguido encontrar la canción, no aparece en su discografía y no hay ni rastro de ella. Quizá se trate de una mala pasada de mi memoria, quizá sea un recuerdo a medida y la inventara yo mismo aquella noche, mientras Romero rodaba escaleras abajo y los chicos del bachillerato experimental aguantábamos la respiración, presagiando que la botella iba a acabar con él, literalmente.
“Y cuida bien… tu melocotón”. Pues eso. Sí, sí, ya sé que como himno generacional no tiene mucho futuro; que no lo firmaría Dylan, que no es la estaca aquella ni al vent, que la metáfora está aún por limar y todo eso, pero ¿qué queréis que le haga? ¿Acaso se pueden elegir los recuerdos?
3 comentarios:
Javi, yo también creo que es de los Espontáneos, la canción posiblemente se titula "Ritmo taurino" (ritmo taurino, con jamón y vino...).
Un saludo desde Roma
Buen dato, muchas gracias por la información, Julián. Efectivamente, ésa era la canción. Hay que ver cómo es la memoria, que yo sólo recordaba lo del melocotón y se me había olvidado completamente el resto, lo del "hay que saber beber". Hay que ver cómo te mola la música retro, ¿eh? Supongo que esos pequeños vicios son, al final, lo realmente bueno de la vida. Seguiremos hablando de música.
Hola Javi, efectívamente la canción es "Ritmo Taurino". Pertenece al primer álbum de Espontáneos (1989). Puedes visitar su página web.
www.portalatino.com/espontaneos
SALUDOS!
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