Hace ya algunas semanas que se anunció el descubrimiento de un nuevo planeta que podría ser habitable. Se parecía tanto a nuestro planeta, que la prensa le llamó la "Supertierra".
Por lo que he leído, la temperatura y la composición del planeta indican que puede haber agua en estado líquido, y además es mucho más grande que nuestra vieja Tierra. O sea, que igual...
El caso es que hace ya varios días que han dejado de hablar del tema, y eso mosquea mucho. Por más que los anglosajones cacareen lo del «no news, good news», yo no me fío: tanto silencio no presagia nada bueno. Para mí, que están tramando algo, seguro.
Habrá que ver qué sucede, porque ya no estamos acostumbrados a estos descubrimientos, pero la última vez que un tal Colón salió a buscar tabaco, se lió una buena... ¡imagínense que acabamos jugando la Copa Intercontinental y todo!
Y es que estoy convencido de que ya hay alguien pensando qué hacer con ese nuevo planeta. ¿Se lo repartirán los países poderosos, como hicieron con África en el XIX o más tarde con la Antártida? ¿Se lo quedará el primero que llegue, como con los tesoros de los piratas?
Claro que, primero, tendrán que estudiarlo a fondo. Porque su futuro dependerá de las condiciones de habitabilidad que presente. Si resulta ser un lugar paradisíaco, con playas llenas de cocoteros y langostas que asoman para darte la mano, se convertirá en refugio de magnates y demás peces gordos, porque la Tierra ya va estando algo deteriorada. Pero si el lugar es más bien inhóspito, con bichos feos y antropófagos, como los de las pelis de serie B, entonces estamos apañados: seguro que a nosotros nos va a tocar hacer las maletas y emigrar.
No, no se rían: hasta hay ya algún ingenioso preparando listas de la gente a la quiere que manden allí, para perderla de vista.
¿Pesimista? No, lo que pasa es que, al parecer, la Supertierra no sólo es cinco veces más grande que nuestro planeta, sino que la gravedad es más fuerte. O sea que, a menos que los deportistas quieran ir allí para esos enjuagues suyos, nos va a tocar a los pringados de siempre.
Y es que es lógico: somos más de seis mil millones de humanos, y algunos no paran de reproducirse. Ya casi no cabemos, y peor que se pondrá. Y luego está el agravante de que a todos, en mayor o menor medida, nos gusta lo de comer. Vamos, yo lo veo clarísimo: en cuanto se aclare la cosa, Cabo Cañaveral va a parecer el puerto de Vigo en los años treinta, sólo que en vez de barcos a la Argentina van a ser transbordadores espaciales hacia Gl-581-C —que no es una matrícula antigua de Gerona, sino el nombre del planeta de marras—.
Como inconveniente al asunto le veo la distancia, porque está a más de veinte años luz de casa. Y claro, con el rollo ese del carnet por puntos, a ver quién es el listo que se atreve a pasar de los 120 km/h. Aunque, si vives en las afueras y tienes que ir a trabajar al centro, seguramente ya estarás bastante acostumbrado, y te puedes llevar un buen libro para que el trayecto se te haga más llevadero. Uno así como las obras completas del Tostado, por ejemplo.
Y, cuando estemos allí, ¿lo haremos bien, por fin? Quiero decir que si, al colonizar el nuevo planeta, fundaremos un nuevo mundo, más justo y más lógico, o si haremos como siempre: repetir los mismos errores de la metrópolis, llamarlos "idiosincrasia", y encima sentirnos orgullosos de ellos.
Porque somos tan poco originales, que cuando nos planteamos una utopía, siempre partimos de lo conocido. Un retoque por aquí, un recorte por allá, pero básicamente recreamos el mundo que ya conocemos. Unos le quitan la propiedad privada y otros el paganismo, pero lo esencial permanece.
Un nuevo planeta, una nueva oportunidad. Empezar de cero, sin la rémora de la historia. ¿Sería posible? No, no sonrían: claro que soy consciente de ello. Las compañías telefónicas, los constructores, los banqueros, la industria del bit... ¿cómo iban a dejar que se les escapara semejante mercado?
Aunque hay algo que me da miedo: ¿cuánto tiempo tardarán los nuevos habitantes en sentir que tienen derechos históricos sobre el territorio? Porque no creo que tarden más de una generación en surgir los nuevos nacionalismos. Y las desigualdades territoriales —porque las sociales nos las llevaremos puestas de casa—. Y las rivalidades. Y los enfrentamientos.
Vamos, que yo ya me estoy animando; si vamos a estar como en casa...
Por lo que he leído, la temperatura y la composición del planeta indican que puede haber agua en estado líquido, y además es mucho más grande que nuestra vieja Tierra. O sea, que igual...
El caso es que hace ya varios días que han dejado de hablar del tema, y eso mosquea mucho. Por más que los anglosajones cacareen lo del «no news, good news», yo no me fío: tanto silencio no presagia nada bueno. Para mí, que están tramando algo, seguro.
Habrá que ver qué sucede, porque ya no estamos acostumbrados a estos descubrimientos, pero la última vez que un tal Colón salió a buscar tabaco, se lió una buena... ¡imagínense que acabamos jugando la Copa Intercontinental y todo!
Y es que estoy convencido de que ya hay alguien pensando qué hacer con ese nuevo planeta. ¿Se lo repartirán los países poderosos, como hicieron con África en el XIX o más tarde con la Antártida? ¿Se lo quedará el primero que llegue, como con los tesoros de los piratas?
Claro que, primero, tendrán que estudiarlo a fondo. Porque su futuro dependerá de las condiciones de habitabilidad que presente. Si resulta ser un lugar paradisíaco, con playas llenas de cocoteros y langostas que asoman para darte la mano, se convertirá en refugio de magnates y demás peces gordos, porque la Tierra ya va estando algo deteriorada. Pero si el lugar es más bien inhóspito, con bichos feos y antropófagos, como los de las pelis de serie B, entonces estamos apañados: seguro que a nosotros nos va a tocar hacer las maletas y emigrar.
No, no se rían: hasta hay ya algún ingenioso preparando listas de la gente a la quiere que manden allí, para perderla de vista.
¿Pesimista? No, lo que pasa es que, al parecer, la Supertierra no sólo es cinco veces más grande que nuestro planeta, sino que la gravedad es más fuerte. O sea que, a menos que los deportistas quieran ir allí para esos enjuagues suyos, nos va a tocar a los pringados de siempre.
Y es que es lógico: somos más de seis mil millones de humanos, y algunos no paran de reproducirse. Ya casi no cabemos, y peor que se pondrá. Y luego está el agravante de que a todos, en mayor o menor medida, nos gusta lo de comer. Vamos, yo lo veo clarísimo: en cuanto se aclare la cosa, Cabo Cañaveral va a parecer el puerto de Vigo en los años treinta, sólo que en vez de barcos a la Argentina van a ser transbordadores espaciales hacia Gl-581-C —que no es una matrícula antigua de Gerona, sino el nombre del planeta de marras—.
Como inconveniente al asunto le veo la distancia, porque está a más de veinte años luz de casa. Y claro, con el rollo ese del carnet por puntos, a ver quién es el listo que se atreve a pasar de los 120 km/h. Aunque, si vives en las afueras y tienes que ir a trabajar al centro, seguramente ya estarás bastante acostumbrado, y te puedes llevar un buen libro para que el trayecto se te haga más llevadero. Uno así como las obras completas del Tostado, por ejemplo.
Y, cuando estemos allí, ¿lo haremos bien, por fin? Quiero decir que si, al colonizar el nuevo planeta, fundaremos un nuevo mundo, más justo y más lógico, o si haremos como siempre: repetir los mismos errores de la metrópolis, llamarlos "idiosincrasia", y encima sentirnos orgullosos de ellos.
Porque somos tan poco originales, que cuando nos planteamos una utopía, siempre partimos de lo conocido. Un retoque por aquí, un recorte por allá, pero básicamente recreamos el mundo que ya conocemos. Unos le quitan la propiedad privada y otros el paganismo, pero lo esencial permanece.
Un nuevo planeta, una nueva oportunidad. Empezar de cero, sin la rémora de la historia. ¿Sería posible? No, no sonrían: claro que soy consciente de ello. Las compañías telefónicas, los constructores, los banqueros, la industria del bit... ¿cómo iban a dejar que se les escapara semejante mercado?
Aunque hay algo que me da miedo: ¿cuánto tiempo tardarán los nuevos habitantes en sentir que tienen derechos históricos sobre el territorio? Porque no creo que tarden más de una generación en surgir los nuevos nacionalismos. Y las desigualdades territoriales —porque las sociales nos las llevaremos puestas de casa—. Y las rivalidades. Y los enfrentamientos.
Vamos, que yo ya me estoy animando; si vamos a estar como en casa...
13 comentarios:
Amigo LLamazares:
Para ir a ese mundo nuevo hay que ser más listo que el hambre, más rico que Bill Gates y más rápido que el Correcaminos. Vamos, que hay que ser un 3 en 1. Demasiado para nosotros, que ya vamos cuesta abajo. De todos modos, si hay que irse se va. Te dejo que me pongas en la lista.
(Confiésalo, pirata. Estás deseando largarte)
Saludos
yo me iría a ese mundo nuevo, como dices tú, es una nueva oportunidad. pero, como también señalas, la cagaríamos también allí. pero sería bonito vivir el principio!
¿Iríamos en son de paz con una misión exclusiva de hippies o mandaríamos a la legión, por si hubiera que zurrar a ostias? Mira que si aparecen los habitantes y tratan de vendernos los terrenos... Lo mejor sería mandar a Julián Muñoz para que fuera preparando el terreno. ¿No molaría una Marbella en la Supertierra?
Espero que sus habitantes tengan dos dedos de frente y no nos dejen acercarnos. Solo hay que ver lo que le estamos haciendo a nuestro planeta.
En fin.
sin dud iria a ese plneta.....a veces nada es suficiente
No sé si me iría yo a otro planeta.
Si fueran las mismas condiciones y si me pudiera llevar a mi familia creo que sí.
Ah, y allá vería la forma de que hubiera Internet :D pa' continuar blogueando jaja, y también aviones para explorar. Eso sí, que no haya chinos ah no verdad? jajaja
Aloha! Un abrazo desde México,
Lalo.
Claro!, como ya estamos acabándonos nuestro planeta, ya estamos pensando en habitar otro...
Y que siga la contaminación... en verdad sigo pensando lo mismo, somos como un plaga :S
Querido Javier
Yo con tal de marcharme de Madrid..., me apunto hasta a las Columnas de Tannhauser, si hace falta, ¡vamos!
Además, mira tú, allí no te conocen de nada (igual hasta hay tías), le puedes pedir prestado dinero al que quieras, puedes conducir sin carnet o haciendo lo que salga los huevos (porque supongo que no habrá guardias, que si no, ya es el colmo), no hay futbol y casi-casi-casi-, igual ni hay tele. O sea, perfecto.
Venga, ponme en la lista de salida..., y con ese asterisco que tu ya sabes lo que significa, ladrón. Lo que nos vamos a reir.
Un abrazo
(P.D. : Oye, y te juro por mis ninios que creí que te tenía convenientemente alineado en mis favoritos, y resulta que no. Nada, nada, lo arreglo en un momento. Hasta otra).
Chico, tienes mucha razón somos como somos. Somos bestias de costumbres y pronto tendríamos aquel lugar como aquí. Creo que hasta seriamos un poco mas eficaces en contaminar ese nuevo lugar. Hemos aprendido muy bien de como hacerlo con nuestra amada tierra. Por me que se vayan todos los que gusten...yo me quedo aquí a disfrutar de un mundo tranquilo al fin!
Wow, te imaginas que pasaría? Desgraciadamente los mas poderosos se aprovecharían de nuevo para volverse mas poderosos y ricos. Esa es la naturaleza del hombre, el poder lo enferma, lo seduce y no lo deja ver mas alla de su propio beneficio.
Solo imaginar que existe otro planeta el cual podemos habitar es emocionante pero luego tenemos que pensar en lo que hariamos con el, y a la mejor es mejarlo solo, en paz, sin afectarlo como hemos ya afectado nuestro planeta.
Saludos.
Hasta que le caiga un meteorito a ese nuevo planeta y tengan que volver a cacaraquear y descubrir otro supuesto planeta habitable. Para que de todos modos se llegue a ese planeta fletarían muuuchoo tiempo. Aun no se ponen de acuerdo para regresar a la luna.
ola!
yo no es por ser pedante, pero el que aterrice en ese planeta la palma, por lo de la gravedad que mencionábamos. por cinco el tamaño, por cinco la gravedad....la palmas. fue bonito mientras duro, y siempre nos quedara paris... jajajaja
los parasitos cuando cambian de huesped siguen siendo parasitos.
la volveriamos a cagar sin dudas, y la culpa no es de los que gobiernan es nuestra por consentir y votar a esos politicos de mierda que solo piensan en el dinero....
El capitalismo será el mejor método para generar dinero y vivir comodamente y bien, pero es autodestructivo porque todos los paises quieren ser el nº1 del dinero y así haber quien es el primer valiente q no contamina, porq sin duda perderian mucho dinero...
Deja la grifa, anda, que es incompatible con el yeso esnifado.
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