Hace un par de semanas estuvimos en la presentación de «Fifty-fifty», una novela que ha escrito Manuel Roca, que es nada menos que el director —y factotum, porque en realidad está él solo en la oficina— de la sucursal de la caja de ahorros del campus universitario.
Como a veces soy un poco malévolo, cuando me enteré de que Manolo escribía me dio por emular a Pessoa
y le puse el mote de «el banquero poeta». Y eso que, ni es banquero —yo soy más de cajas, por motivos ideológico-familiares— ni escribe versos. En fin, sólo espero que no se entere del apodo.
El caso es que el banquero poeta consiguió publicar su libro, y hasta que le llamaran del Corte Inglés para presentarlo. Y allí acudimos nosotros, para apoyar a Manolo, en plan clac. Y ni falta que hacía, porque se llenó la sala y la cosa fue todo un éxito.
Hay que reconocer que los de Ámbito Cultural/El Corte Inglés saben hacer bien las cosas; y no lo digo por el acto, que fue un poco como todos los estrenos —con el autor como un flan, vamos—, sino por el ágape con que obsequiaron a la concurrencia después de los discursos: rabas, jamoncito, canapés... un lujo, vamos. Si se corriera la voz de cómo son estos actos culturales, habría llenazo siempre.
Pero lo más interesante estaba por llegar; el pequeño Javier, que nos había acompañado a la presentación —bueno, sí, que le habíamos llevado casi de la oreja, claro—, hizo muy buenas migas con los sobrinos de Manolo. Y, cuando ya nos íbamos, nos despedimos de los niños. El mayor de ellos, que tendría ocho o nueve años, me estaba estrechando la mano, muy formalito, cuando de pronto se le iluminó la mirada y me dijo:
—¡Anda! ¡Pero si tú eres chino como yo!
Alucinado me quedé. Entonces me fijé bien en su cara, en sus ojillos ovalados, rasgados como los de los orientales, lo que se dice "achinados".
—Claro, hombre, de toda la vida; si es que los chinos somos los mejores…
Sólo que el chico era rubio, un caucasiano de libro; y yo chino, lo que se dice chino… Hombre, igual alguna vez puedo llegar a chinarme y tal, pero que yo sepa… yo soy de la Palomera de toda la vida.
y le puse el mote de «el banquero poeta». Y eso que, ni es banquero —yo soy más de cajas, por motivos ideológico-familiares— ni escribe versos. En fin, sólo espero que no se entere del apodo.
El caso es que el banquero poeta consiguió publicar su libro, y hasta que le llamaran del Corte Inglés para presentarlo. Y allí acudimos nosotros, para apoyar a Manolo, en plan clac. Y ni falta que hacía, porque se llenó la sala y la cosa fue todo un éxito.
Hay que reconocer que los de Ámbito Cultural/El Corte Inglés saben hacer bien las cosas; y no lo digo por el acto, que fue un poco como todos los estrenos —con el autor como un flan, vamos—, sino por el ágape con que obsequiaron a la concurrencia después de los discursos: rabas, jamoncito, canapés... un lujo, vamos. Si se corriera la voz de cómo son estos actos culturales, habría llenazo siempre.
Pero lo más interesante estaba por llegar; el pequeño Javier, que nos había acompañado a la presentación —bueno, sí, que le habíamos llevado casi de la oreja, claro—, hizo muy buenas migas con los sobrinos de Manolo. Y, cuando ya nos íbamos, nos despedimos de los niños. El mayor de ellos, que tendría ocho o nueve años, me estaba estrechando la mano, muy formalito, cuando de pronto se le iluminó la mirada y me dijo:
—¡Anda! ¡Pero si tú eres chino como yo!
Alucinado me quedé. Entonces me fijé bien en su cara, en sus ojillos ovalados, rasgados como los de los orientales, lo que se dice "achinados".
—Claro, hombre, de toda la vida; si es que los chinos somos los mejores…
Sólo que el chico era rubio, un caucasiano de libro; y yo chino, lo que se dice chino… Hombre, igual alguna vez puedo llegar a chinarme y tal, pero que yo sepa… yo soy de la Palomera de toda la vida.
1 comentario:
jajaja, a quien no se le ponen ojitos chinitos con un vinito español o del bierzo mismo?
(que bueno eso de "ojo o nueve años") jajaja
Publicar un comentario