Quizá uno de los deportes nacionales que más aficionados tenga —y digo "aficionados" porque aún no hay federación oficial en la que inscribirse, aunque tranquilos, que todo se andará— es hablar de lo que no sabemos. Un hermoso ejercicio, tan extendido como la envidia o el sexo oral —el de boquilla, vamos— y que todos, tarde o temprano, practicamos.
Viene esta perorata a que el otro día, en clase, un profesor deslizó, como quien no quiere la cosa, y sin venir demasiado a cuento, que "el español es un idioma mucho más rico que el inglés". A mí, a la primera, la frivolité ya me hizo un poco de daño en el oído, pero ¿a qué meterse?
El profesor, no obstante, se fue poco a poco gustando a sí mismo, y de paso se le debía de ir inflamando el músculo patriótico, porque al poco rato volvió con la misma cantinela, que si el español era muy rico y el inglés una piltrafilla in comparison.
A mí, por lo general, las boutades de este pelo me dejan más bien frío, pero daba la casualidad de que, justo antes de la clase, nos habíamos pasado la hora del café debatiendo sobre si el inglés era fácil o no, y yo me había puesto gallito explicando mis opiniones, que nada tenían que ver con lo que el baranda estaba pontificando en el aula.
Total, que al tercer intento —y, sobre todo, porque el tipo lo remató con un "y os aseguro que sé de lo que hablo— no pude más, y acabé entrando al trapo. Y eso que sólo fue una mueca, pero debió de resultar bastante desagradable, porque el hombre interrumpió su charla como si le hubieran pinchado con un alfiler.
—¿Qué te pasa? ¿No estás de acuerdo? —me preguntó.
—Bueno, eso del inglés... no sé, no sé —me escabullí yo, arrepentido ya no de haber abierto la boca, sino de haberla movido un pelín.
—Pues es cierto, el español es mucho más rico, y lo digo con conocimiento de causa.
Y vuelta la burra al trigo…
—Yo no diría que el inglés es más pobre. Que su gramática sea más sencilla, quizás. Pero que sea menos rico que el nuestro, no.
—Pues yo lo sé por fuentes muy autorizadas, y saben de lo que hablan.
«Que sí, que vale. Que tú tendrás un doctorado y serás ingeniero y sabrás mucho de todo lo que sabes, pero que te estás columpiando». Esto último sólo lo pensé, por supuesto, que todavía tenía pendiente un examen con él, y está el patio como para andar provocando a los docentes.
—Bueno, yo también sé algo de lo que hablo, que para eso soy lingüista.
Vale, es verdad: me tiré un farol. Porque licenciado sí, pero saber, saber... es como todo; te suenan las cosas, más bien.
El caso es que luego nos pasamos un rato debatiendo, que si el inglés que aprendemos es básico, que si el inglés culto es de aúpa, que si tal y que cual. Al final, el "doctor" se quedó en sus trece, diciendo que ya consultaría a "sus fuentes", y yo me quedé con las ganas de darle un buen tirón de orejas, porque ¿a quién coño se le ocurre medir y comparar lenguas? ¿Qué va a ser, cuestión de palmos? ¿O de centímetros, en el peor de los casos?
Las lenguas, como las personas, no son tan fáciles de valorar. ¿Es mejor el quechua o el swahili? ¿Mi primo Cusco o mi primo Nando? ¿Angelina Jolie o Nastassia Kinski? ¿La langosta o la cecina de chivo? Seamos serios, hombre, que para algo tienes un doctorado y una silla en el departamento.
Incluso en el caso de que una lengua tuviera mayor variedad léxica que otra, no estoy seguro de fuera "más rica". Las lenguas son herramientas de comunicación y, cumpliendo esa función, valen todas lo mismo que las otras. Si no tienen un término, lo toman prestado, lo adaptan o lo inventan.
Imagino que, de cualquier modo, mi profesor estaba más en la línea de Pérez Reverte, que opina que los manguis hablan un español más rico que los universitarios, porque crean nuevas palabras para que nadie les entienda. Sí señor, eso es lucirse, inventar ahora el concepto de germanía. Doctores tiene la Academia…
Luego, después de darle muchas vueltas, acabé por hacerme una idea de qué llevaba al profesor a pensar que el inglés era menos rico que el español. Y es que, aparte de un patrioterismo mal entendido, resulta que los hablantes no nativos de la lengua de Shakespeare pensamos que hablamos inglés, cuando en realidad manejamos una versión abreviada del mismo, simplificada gramaticalmente y con no más de mil quinientas palabras. Y pensamos que es el English de los anglosajones, cuando en realidad es el Globish, una especie de "lingua franca" con la que nos apañamos en el resto del mundo, y que entiende todo el mundo menos los angloparlantes, a los que les suena a chino. Todo esto lo descubrió y lo cuenta mejor que nadie Jean-Paul Nerriere, un antiguo pez gordo de la IBM que cuando pasó de Francia a Estados Unidos se percató de todo el tomate, y lo aprovechó para forrarse con un best-seller.
O sea, que si lo miramos así, por supuesto que el español es más rico que el inglés; claro que habría que usar el inglés en plan "yo Tarzán, tú chita", o al más clásico estilo de las películas de indios y vaqueros.
El problema es que, en unos días, vuelvo a tener clase con el mismo profesor, y algunos compañeros del master me adviertieron: «ten cuidado, que va querer devolvértela». Total, que me puse a rebuscar por ahí y al final me di de bruces con un dato demoledor: los últimos estudios aseguran que en inglés hay casi un millón de palabras vivas, mientras que el español contemporáneo usa unas doscientas setenta y cinco mil. O sea, que si eso es ser una lengua más pobre… Ahora, que a ver quién le explica todo esto, ¿verdad?
Viene esta perorata a que el otro día, en clase, un profesor deslizó, como quien no quiere la cosa, y sin venir demasiado a cuento, que "el español es un idioma mucho más rico que el inglés". A mí, a la primera, la frivolité ya me hizo un poco de daño en el oído, pero ¿a qué meterse?
El profesor, no obstante, se fue poco a poco gustando a sí mismo, y de paso se le debía de ir inflamando el músculo patriótico, porque al poco rato volvió con la misma cantinela, que si el español era muy rico y el inglés una piltrafilla in comparison.
A mí, por lo general, las boutades de este pelo me dejan más bien frío, pero daba la casualidad de que, justo antes de la clase, nos habíamos pasado la hora del café debatiendo sobre si el inglés era fácil o no, y yo me había puesto gallito explicando mis opiniones, que nada tenían que ver con lo que el baranda estaba pontificando en el aula.
Total, que al tercer intento —y, sobre todo, porque el tipo lo remató con un "y os aseguro que sé de lo que hablo— no pude más, y acabé entrando al trapo. Y eso que sólo fue una mueca, pero debió de resultar bastante desagradable, porque el hombre interrumpió su charla como si le hubieran pinchado con un alfiler.
—¿Qué te pasa? ¿No estás de acuerdo? —me preguntó.
—Bueno, eso del inglés... no sé, no sé —me escabullí yo, arrepentido ya no de haber abierto la boca, sino de haberla movido un pelín.
—Pues es cierto, el español es mucho más rico, y lo digo con conocimiento de causa.
Y vuelta la burra al trigo…
—Yo no diría que el inglés es más pobre. Que su gramática sea más sencilla, quizás. Pero que sea menos rico que el nuestro, no.
—Pues yo lo sé por fuentes muy autorizadas, y saben de lo que hablan.
«Que sí, que vale. Que tú tendrás un doctorado y serás ingeniero y sabrás mucho de todo lo que sabes, pero que te estás columpiando». Esto último sólo lo pensé, por supuesto, que todavía tenía pendiente un examen con él, y está el patio como para andar provocando a los docentes.
—Bueno, yo también sé algo de lo que hablo, que para eso soy lingüista.
Vale, es verdad: me tiré un farol. Porque licenciado sí, pero saber, saber... es como todo; te suenan las cosas, más bien.
El caso es que luego nos pasamos un rato debatiendo, que si el inglés que aprendemos es básico, que si el inglés culto es de aúpa, que si tal y que cual. Al final, el "doctor" se quedó en sus trece, diciendo que ya consultaría a "sus fuentes", y yo me quedé con las ganas de darle un buen tirón de orejas, porque ¿a quién coño se le ocurre medir y comparar lenguas? ¿Qué va a ser, cuestión de palmos? ¿O de centímetros, en el peor de los casos?
Las lenguas, como las personas, no son tan fáciles de valorar. ¿Es mejor el quechua o el swahili? ¿Mi primo Cusco o mi primo Nando? ¿Angelina Jolie o Nastassia Kinski? ¿La langosta o la cecina de chivo? Seamos serios, hombre, que para algo tienes un doctorado y una silla en el departamento.
Incluso en el caso de que una lengua tuviera mayor variedad léxica que otra, no estoy seguro de fuera "más rica". Las lenguas son herramientas de comunicación y, cumpliendo esa función, valen todas lo mismo que las otras. Si no tienen un término, lo toman prestado, lo adaptan o lo inventan.
Imagino que, de cualquier modo, mi profesor estaba más en la línea de Pérez Reverte, que opina que los manguis hablan un español más rico que los universitarios, porque crean nuevas palabras para que nadie les entienda. Sí señor, eso es lucirse, inventar ahora el concepto de germanía. Doctores tiene la Academia…
Luego, después de darle muchas vueltas, acabé por hacerme una idea de qué llevaba al profesor a pensar que el inglés era menos rico que el español. Y es que, aparte de un patrioterismo mal entendido, resulta que los hablantes no nativos de la lengua de Shakespeare pensamos que hablamos inglés, cuando en realidad manejamos una versión abreviada del mismo, simplificada gramaticalmente y con no más de mil quinientas palabras. Y pensamos que es el English de los anglosajones, cuando en realidad es el Globish, una especie de "lingua franca" con la que nos apañamos en el resto del mundo, y que entiende todo el mundo menos los angloparlantes, a los que les suena a chino. Todo esto lo descubrió y lo cuenta mejor que nadie Jean-Paul Nerriere, un antiguo pez gordo de la IBM que cuando pasó de Francia a Estados Unidos se percató de todo el tomate, y lo aprovechó para forrarse con un best-seller.
O sea, que si lo miramos así, por supuesto que el español es más rico que el inglés; claro que habría que usar el inglés en plan "yo Tarzán, tú chita", o al más clásico estilo de las películas de indios y vaqueros.
El problema es que, en unos días, vuelvo a tener clase con el mismo profesor, y algunos compañeros del master me adviertieron: «ten cuidado, que va querer devolvértela». Total, que me puse a rebuscar por ahí y al final me di de bruces con un dato demoledor: los últimos estudios aseguran que en inglés hay casi un millón de palabras vivas, mientras que el español contemporáneo usa unas doscientas setenta y cinco mil. O sea, que si eso es ser una lengua más pobre… Ahora, que a ver quién le explica todo esto, ¿verdad?
10 comentarios:
Verte por aquí es sobretodo una alegría. Eso quería decir en primer lugar pero no en el último.
Sobre tu observación de "..., que para algo tienes un doctorado y una silla en el departamento", debo decir que mi triste experiencia en la universidad, me ha demostrado que precisamente el "para algo" se contesta con un "para nada"; porque para nada sirven, ni nada indican, en España, los doctorados y las sillas en los departamentos, tal es el estado pútrido de la universidad española. Llena, por cierto, de émulos de Pérez Reverte, tanto en la chulería como en la ignorancia.
Por lo demás, te envío mi cordial saludo, y un sincero deseo de éxito en tus exámenes de posgrado.
Un post muy caústico con un dato final demoledor.
Saludos,
JP
Historias de JP
Hello little brother...
It was about time for you to finally show up... ;-))
And coming back to your entry, I could not agree more with you... I would never dear to compare languages; and even though I always tend to defend my own mother tounge, the more I get to speak other languages, the more I realize how much I still have to learn... It is not just about the words you learn but the way to express yourself, the semantics, the way of thinking, let alone the footprint of the culture that comes through the language, I mean the songs we learn at school, the one word that triggers a whole story from an era, etc... and all of this is common to all languages. Even the Chinese people, with a language apparently very easy in the grammar, but complicated in phonetics, they can express the same things with no conjugations, no verb terms, for past, future, "subjuntivo", and whatsoever, they only use prepositions and adverbs to indicate all of these.... and would anyone fear to say that Chinese is an easy language and not as rich as Spanish??? Anyone would call this person crazy without doubting a second...
I would also agree with you that we (foreigners or non-native English speakers) use only a very rudimentary part of the vocabulary and so as proof we start to get lost when we get involved with propper English or watch real English movies, full of slang...
Anyways, to make the story short, I looked again anxious at your blog (after so many days I was getting really worried) and it was a topic I could participate and since I am right now travelling and English has become kind of a second nature to me, I just wanted to say hello and that I am very happy you are back!!!
And please, would you say to your teacher something from me: "what the hell are you talking about"???
Hugs
Al
Llamazares:
Me había asustado tu ausencia. Hasta te busqué por el Alerta para saber si habías abandonado el barco y mudado a escritor mercenario. Espero no se repita la ausencia.
Dicen en ese artículo: "That establishes a rate of increase in the creation of new words, and the import and absorption of foreign words into English". Al loro porque tu profesor te podrá decir que es del español de donde crece el inglés.
Cuídate también del "Spanish linguists say there are 225,000 words in contemporary use", porque por otra parte ese millón de términos ingleses incluirán también arcaicismos, imagino.
Y otro punto: se habla de formas, no de de palabras. Por tanto, imagino que 'fuck up' contará por 3: fuck, up y fuck up. No la jodamos...
Menos mal que a los españoles ese periodista no nos tiene tirria, porque si no empezaría a hablar de la RAE como lo hace de la Académie (a la que por cierto le cambia la posición de la tilde o acento grave).
Un saludo,
Valen
Exactamente.
Nastassia Kinski, por supuesto
Carlos, me has robado el comentario!! La Kinski, sí señor.
Queridos amigos, muchas gracias por vuestros comentarios, en especial después de tantas días de ausencia.
Jovekovic,
Muchas gracias por tus buenos deseos; lo de que los títulos académicos no valían de mucho, y lo de que ciertas plazas no se ganan exactamente por los méritos que nos imaginamos, ya me lo imaginaba yo. Un abrazo y ánimo, he oído que al final del departamento, al fondo del pasillo, hay una luz...
JO,
Gracias por la visita; veo que, aunque algo ácido, sí que llegaste al final del texto.
Le echaré un vistazo a tu página, un saludo.
Hi, Al
How is it going? And where the f* are you? And what happens with your keyboard? I can't understand a word, everything comes in English!!!!
Hugs for you too.
Valen,
colega, no te asustes, que ya dice el refrán que "bicho malo...".
Por cierto que te debo correo, pero es que no sé qué modelo era el que preguntabas. A ver si le echo un vistazo. Y avisa si vienes; el domingo, por ejemplo, a celebrar la UEFA.
Un abrazo.
Querida Raquel,
Gracias por la visita. Que sepas que te sigo siempre que puedo; en especial estoy prendado de esas fotos de las flores corazón-diamante.
Un abrazo.
Carlos, pillín,
te has delatado tú solo: otro abuelete como yo; pero con un gusto exquisito. Y es que no hay color, donde esté la Nastassi, que se pare el mundo. Menuda pantera...
Un abrazo.
Juli,
Otro ochentero más... no, si al final me vais a ablandar y voy a tener que hacer un post sobre la Kinski... Mmmmm... me siento como Hommer pensando en rosquillas. Mmmm... la Kinski... mmmmm
La Jolie y Langosta, y no me discutáis que lo sé de muy buena tinta
Dichosos los ojos que te leen, Javier.
Estoy contigo. Y con Al que, tras medio leer el texto, coincide en que no vale la pena comparar lenguas. Como bien dice el chino carece de muchos formalismos y no por eso se podría decir que es más simple que el castellano.
Al fin y al cabo, ¿las lenguas no son para entendernos? Aunque al final acaben por separarnos.
Un abrazo!
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