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lunes, 26 de mayo de 2008

Cálculo editorial


Será cosa de que el personal que se mete en estos jaleos es siempre "de letras", o quizá sea cosa, como en el dicho popular de que «llena más el guellu que el botellu», pero lo cierto es que el "cálculo editorial" nos falla más que una escopeta de feria.
Aclaremos primero que estoy usando aquí el término de un modo bastante libre; más que a la habitual elaboración de presupuestos y demás que se hace con cada proyecto editorial, me refiero a la estimación de ventas que suele realizarse para decidir la tirada.
Lo de la estimación de ventas, fuera incluso del sector editorial, es en sí misma un mundo apasionante. Aparece en cualquier estudio de mercado o proyecto de viabilidad que se precie, y utiliza unos rigurosísimos y muy científicos métodos estadísticos para vaticinar resultados futuros. Vamos, como lo de las brujas de antaño, pero sin bola de cristal. ¿Que por qué? Pues porque, sencillamente, se basa en estimaciones. Es un poco más serio que rellenar las quinielas a boleo, pero no mucho más.
Sin embargo, en lo que a editar libros se refiere, la cosa es mucho más divertida. Y es que los pronósticos suelen ser, más que disparatados, sentimentales.
El primero que se pone a calcular cuánto, en números redondos, va a venderse, es el autor. Y no conozco autor cuyas expectativas bajen de los quince mil ejemplares —y eso, en una mala tarde, que lo habitual es soñar con gestas a lo Jarri Poter—. ¿Por qué? Porque su libro es muy bueno. ¿Qué digo, muy bueno? ¡Qué va! ¡Su libro es lo mejor que se ha escrito desde el código de Hammurabi! ¡O antes! Y, además, resulta que ya hay legiones de lectores ávidos de comprarlo porque, al parecer, se ha corrido la voz y la gente está que se come las uñas esperando la edición princeps.
Y luego pasa lo que pasa, claro: que cuando en vez de quince mil se venden unos setenta y cinco ejemplares, al pobre autor le entran los siete males y dispara a todo lo que se mueve. Que si no ha habido promoción, que si la edición era una mierda, que si los consagrados son una especie de secta que domina el mundillo literario y no dejan entrar a nadie, que si no se le ha valorado lo suficiente… Alguno, incluso, llega más lejos, y se reconforta pensando que es que la gente «no tiene ni puta idea de literatura». Y se queda tan ancho, por supuesto.
¿Qué sucede al final? Si el autor ha publicado en una editorial más o menos decente, una vez cubierta la edición, le ofrecerán comprar los ejemplares no vendidos a precio de saldo. Si el editor es grande, pero grande, grande, lo que no se venda lo destruirá, porque le sale más barato que almacenarlo —casi duele sólo pensarlo, ¿verdad?—; pero si se trata de una autoedición, entonces el pobre autor está perdido, porque esas cajas que apiló, provisionalmente, en su garaje, se van a quedar ahí para siempre.
Total, que lo del "cálculo editorial" hay que tomárselo en serio, que lo del "ojo de buen cubero" no suele funcionar demasiado bien.

4 comentarios:

BETTINA PERRONI dijo...

Sabes?, ese tipo de cálculos nunca ha sido mi fuerte.. de hecho, ni rankings ni nada de eso... quizás por eso me gusta más el arte... definitivamente soy de hemisferio derecho cerebral jajaja...

Y los números me estresan, más que ando nominada para un Nobel Prize Award... te invito a que me apoyes con tu voto a Genesis, Origen aqui

http://www.nobelprizeblog.com/

Y gracias de ante mano ;)

Anónimo dijo...

Pues yo estoy con que la gente "no tiene ni puta idea" de literatura, ni de música... ni de otras muchas cosas. Siempre me ha parecido la mejor explicación para afirmar mi ego más allá de los gustos de las turbas consumistas. He dicho.

CB dijo...

Gracis por tu comentario.
Saludos desde Buenos Aires.

hombredebarro dijo...

Calculo que voy a vender más o menos esos.