Y mira que hay asuntos interesantes últimamente, a los que no costaría nada sacar punta: que si el Rey y Chaves, que si la oenegé francesa no era lo que parecía, que si nos meten el "Gobierno de España" hasta en la sopa, como si supieran que los votantes somos gilipollas —porque serlo, lo somos; lo que no está
tan claro es que de verdad lo sepan—. En fin, tanto que comentar... y tan pocas ganas de escribir.
Apático; supongo que eso es lo que estoy: apático. Y mira que le tenía yo manía a la palabreja esa, porque era la eterna cantinela de los años de instituto: «Nunca he tenido una clase tan apática nos esta», nos repetían los profesores, uno tras otro y curso tras curso. Claro que luego hablabas con los de la clase de al lado y resulta que les habían dicho exactamente lo mismo. "Motivación" creo que lo llaman, aunque creo que produce escasos resultados: los alumnos siguen, invariablemente, pasando del tema.
Bueno, pues eso, que resulta que debo de estar en plena regresión adolescente —efectos secundarios de acercarse a los treinta y cinco—, y en lugar de acné me brota el pasotismo. Que estoy que passo de todo, vamos. Y tanto estaba pensando que passaba de hacer nada, de escribir, y hasta del blog, que al final no he podido aguantar más y he tenido que sentarme aquí y escribirlo. Con dos co...herencias, coño.
Vamos, que al final me he quedado pensando: ¿y por qué coño escribo? Claro que no ha sido cosa mía, no: la culpa la tiene un joven amigo que me he echado últimamente. Se llama Víctor y va conmigo a ese Máster del Universo que me está robando la energía y la lucidez.
Víctor es ingeniero y tiene veintidós años, o sea que es un chico despierto y trabajador; quizá por eso me sorprendió tanto que el otro día me preguntase que por qué se escribe, que para qué se pone alguien a hacer un blog. Y yo no supe qué contestarle.
¿Escribes para que te quieran, como confesaba, cándidamente, García Márquez? ¿O para que te aplaudan? (y perdonad que aquí me ahorre el ejemplo, pero hay tantos candidatos que escoger a uno sería un serio agravio comparativo). Claro que también podría haber tirado por el lado más chorras de la vida, como Toni Martínez al que, en los años de facultad, tras ganar un premio local le dio por decir que escribía «para ligar». Sobra reseñar que me consta que, al menos en aquella época, el notas no se comió un rosco; lógico, ¿no? Ya lo explicaba Cela, con claridad iberomachista: «A las mujeres no se les recita versos, hay que invitarlas a gambas y champán». En fin, doctores tiene la Iglesia...
Pero, volviendo al tema de escribir, dice Braulio Llamero —un escritor zamorano embarcado en el quijotesco empeño de defender la lectura—:
Claro que él hablaba de Umbral, pero supongo que eso es a lo que uno aspira: a que los lectores disfruten. O a que tus lectores te lean. Y aún más importante: a tener "lectores". Porque claro, él —Braulio— tiene su columna en un periódico. Como Umbral. Pero, cuando no tienes lectores, ni columna, ni capitel ni basamento, ¿para qué escribes? ¿Qué te mueve? ¿Alguien lo entiende?
Y cuando Víctor me preguntó que por qué se escribía, que para qué, que cómo y dónde y con qué mano, yo no supe qué contestarle. Aunque, en realidad, lo que me estaba diciendo —así, disimuladamente— es que él también quería hacer un blog, pero que aún no sabía qué escribir.
No hay problema, querido amigo, no sufras más: si has pensado en escribir, al final caerás. Serás otra víctima más de la escritura. Y es que no se necesitan motivos: al final, escribes sin tema, sin ganas, sin obligación y hasta sin lectores. Pero escribes.
tan claro es que de verdad lo sepan—. En fin, tanto que comentar... y tan pocas ganas de escribir.
Apático; supongo que eso es lo que estoy: apático. Y mira que le tenía yo manía a la palabreja esa, porque era la eterna cantinela de los años de instituto: «Nunca he tenido una clase tan apática nos esta», nos repetían los profesores, uno tras otro y curso tras curso. Claro que luego hablabas con los de la clase de al lado y resulta que les habían dicho exactamente lo mismo. "Motivación" creo que lo llaman, aunque creo que produce escasos resultados: los alumnos siguen, invariablemente, pasando del tema.
Bueno, pues eso, que resulta que debo de estar en plena regresión adolescente —efectos secundarios de acercarse a los treinta y cinco—, y en lugar de acné me brota el pasotismo. Que estoy que passo de todo, vamos. Y tanto estaba pensando que passaba de hacer nada, de escribir, y hasta del blog, que al final no he podido aguantar más y he tenido que sentarme aquí y escribirlo. Con dos co...herencias, coño.
Vamos, que al final me he quedado pensando: ¿y por qué coño escribo? Claro que no ha sido cosa mía, no: la culpa la tiene un joven amigo que me he echado últimamente. Se llama Víctor y va conmigo a ese Máster del Universo que me está robando la energía y la lucidez.
Víctor es ingeniero y tiene veintidós años, o sea que es un chico despierto y trabajador; quizá por eso me sorprendió tanto que el otro día me preguntase que por qué se escribe, que para qué se pone alguien a hacer un blog. Y yo no supe qué contestarle.
¿Escribes para que te quieran, como confesaba, cándidamente, García Márquez? ¿O para que te aplaudan? (y perdonad que aquí me ahorre el ejemplo, pero hay tantos candidatos que escoger a uno sería un serio agravio comparativo). Claro que también podría haber tirado por el lado más chorras de la vida, como Toni Martínez al que, en los años de facultad, tras ganar un premio local le dio por decir que escribía «para ligar». Sobra reseñar que me consta que, al menos en aquella época, el notas no se comió un rosco; lógico, ¿no? Ya lo explicaba Cela, con claridad iberomachista: «A las mujeres no se les recita versos, hay que invitarlas a gambas y champán». En fin, doctores tiene la Iglesia...
Pero, volviendo al tema de escribir, dice Braulio Llamero —un escritor zamorano embarcado en el quijotesco empeño de defender la lectura—:
Los días en que, sin tema definido, te pones a escribir simplemente porque llegó la hora y no puedes posponerlo más, se produce de pronto el milagro: te sale un texto hermoso, intemporal quizá, de los que los lectores dirán después que era “de guardar”.
Claro que él hablaba de Umbral, pero supongo que eso es a lo que uno aspira: a que los lectores disfruten. O a que tus lectores te lean. Y aún más importante: a tener "lectores". Porque claro, él —Braulio— tiene su columna en un periódico. Como Umbral. Pero, cuando no tienes lectores, ni columna, ni capitel ni basamento, ¿para qué escribes? ¿Qué te mueve? ¿Alguien lo entiende?
Y cuando Víctor me preguntó que por qué se escribía, que para qué, que cómo y dónde y con qué mano, yo no supe qué contestarle. Aunque, en realidad, lo que me estaba diciendo —así, disimuladamente— es que él también quería hacer un blog, pero que aún no sabía qué escribir.
No hay problema, querido amigo, no sufras más: si has pensado en escribir, al final caerás. Serás otra víctima más de la escritura. Y es que no se necesitan motivos: al final, escribes sin tema, sin ganas, sin obligación y hasta sin lectores. Pero escribes.
17 comentarios:
¿Será porque en la escritura uno tiene la ilusión de existir realmente? ¿O será por otra cosa?
Me quedo con tu último párrafo (no, no desecho el resto que también me gusta, tranquilo). Al final escribes. Yo no sabría explicarlo mejor. ¿Por qué escribo? Tengo tantas razones que no tengo ni una sola.
Besitos/azos.
Total, que como cantaba la Jeanette aquella: soy "escritor" porque el mundo me hizo así, ¿verdad amigo LLamazares? No quiero ponerme estupendo pensando estas cosas, uno no piensa su gula, su bulimia, su ansiedad... y mira cómo se nos estropea el amor cuando los pensamos. Tírate a la piscina, aunque no hay agua. Si te la pegas quedas como un héroe, como un maldito trágico, muerto antes de tiempo y en acto de servicio ¿Qué mas quieres?.
Saludos
Qué bonito Javier.
No sé muy bien qué decir, salvo que estoy al 100% de acuerdo contigo.
Y una curiosidad: nuestro amigo el zurdo, me dijo un día en respuesta a mi reflexión sobre que se abriera un blog (vale, fue algo más que una refelxión...): "Lo he pensado, pero es que tampoco sé muy bien de qué escribir, escribiré de mi novela". Tócate los cojones con el zurdo.
Es interesante esa pregunta.
¿Porqué pintan los pintores?
¿Porqué hacen música los músicos?
¿Porqué cruzó la gallina la carretera?
Joder, que la de las preguntas soy yo...
Pero aunque no tenga respuestas, me ayudas a preguntarme el porqué de escribir.
¿Porqué existe la palabra?
En fin, que no tengo ni idea.
¿Para crear algo?
Besotes
"sin ganas, pero escribes" ... pues menos mal que tu pretensión era la de no hacerlo, mi querido Javier, porque con "pasotismo" o "pavatismo" regresivo inclusive, yo seguiré siendo una víctima más de tus escritos.
Un saludo.
..."Pero escribes"
Es más cierto que que nos tenemos que morir.
Nunca me había parado a pensar por qué escribo, y evidentemene no me sé la respuesta. Pero leerte me ha llevado a darme cuenta de que lo he hecho toda mi vida inconscientemente: carteándome con amigas, pasando una y otra vez a limpio apuntes y ejercicios... Ahora mismo recuerdo una época, no excesivamente lejana, en la que me dió por coleccionar articulos que me gustaban de las revistas dominicales, pero no los recortaba, no, los copiaba en una libreta que debe andar por ahí, en algun rincón de mi desordenada vida. Hasta que un día al que no puedo poner fecha, y de nuevo inconscientemente, di el paso de copiar a poner mis propios desvarios.
Es fantástico leer entradas como esta, y encontrar gracias a ellas la necesaria coherencia que une lo que vives y lo que eres.
Un beso Javier.
Escribes porque eres otro.
Yo creo que se escribe para desembarazarse de la angustiosa sensación de que, cuando piensas, no eres consciente de ello. Pero cuando escribes, estás convirtiendo en explícito y voluntario el hecho de pensar.
Es como dormir. Pocas cosas hay tan maravillosas que ser consciente de que estás durmiendo.
Un saludo, Llamazares & séquito.
Pues para estar apático y no saber de qué escribir lo cuentas muy bien.
En mi caso es un deseo de expresarme que no se acalla hablando ni con un ordenador, sino con tinta y papel. Lo que sale ya es otra cuestión, porque hace tiempo que me di cuenta de que no tenía el talento suficiente.
Al final te escapas, y no confiesas por qué escribes tú. No creas que no me he dado cuenta.
Un abrazo,
Pues menos mal que no tenías ganas de escribir, poque te ha salido una entrada bien chula.
A mí, personalmente, es que escribir me ayuda a pensar. Pero entonces, claro, surge otra pregunta: ¿para qué pensar?
Sí, al final escribes o tocas música por todo y por nada. Me pasó igual hace poco cuando alguien me preguntó que por qué tocaba música, que por qué estudiaba... En ese momento sentí que esa respuesta y sus razones o sin razones estaban necesitadas de un poco de imaginación para adornar su aire. En fin... tal vez me estén haciendo falta unas vacaciones.
Un abrazo
qué curioso, cuando iniciamos un blog creo que todos tenemos esa duda, ¿verdad? y con el tiempo encontramos un hueco y nos adaptamos a él, o el hueco a nosotros...
Harto de oportunismos políticos o de otro tipo, vengo de visita a este blog con la esperanza de encontrar un post como éste, donde no se habla de temas "interesantes" o "actuales", sino de algo que nos solidariza con ese proyecto tuyo- que es el de algunos otros- de cómo hacer para seguir siendo nadie en el hallazgo elegante de la mezcla exacta entre el placer y la sabiduría. A escribir que son dos días. Muy agradecido.
¿Tal vez porque nos sentimos solos?... No lo sé.
Menos mal que no sabías de que escribir. A veces simplemente juntando letras acaba saliendo un texto. Muchas veces atemporales, sí. Aunque eso ha de decirlo el lector.
¿Por que se escribe? En mi caso para coger experiencia y lograr el sueño de vivir de las letras. Algo utópico en esencia. Pero siempre he pensado que quién lo intenta tiene más posiblidades de lograrlo. Y el esfuerzo es la mejor herramienta. ¿Para que te lean? Indudablemente. Si no tienes lectores tarde o temprano te lo planteas. Entonces lo único que te salva es la vocación (cuantas veces me habrá rescatado de la apatía). No me lee mucha gente. Pero es una satisfacción tan grande ver una hoja llena de palabras... Sienta tan bien haber plasmado la idea que tenías en la cabeza sobre una pantalla de ordenador... ¿Hay mejor premio? Sí. Un afelicitación. Y aquí va la mía, Javier:
me ha encantado tu entrada.
Si necesitas a alguien que te ayude a luchar contra la apatía solo tienes que silbar.
Jo. Que comentario tan largo. Mil perdones.
Un saludo!
I regret, that I can help nothing. I hope, you will find the correct decision. Do not despair.
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