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lunes, 9 de julio de 2007

Sensibilidad masculina

Al final resultó que tenía razón Mariano cuando me advirtió de que hay cosas que es mejor ni nombrar:

Del bloqueo del escritor está prohibido hablar. Es una norma de la Asociación de Escritores Temporalmente Bloqueados, de la que me enorgullece ejercer de forma temporal su secretaría (digo de forma temporal para que no me dé el calambre de escritor, pero no en la mano, sino en el cerebelo...).

Total, que me he pasado cuatro días sumido en una profunda crisis creativa, que me ha impedido escribir hasta la lista de la compra.
Pero curiosamente —como dicen de algunos toros, que «se crecen con el castigo»— ha sido un cariñoso puyazo lo que me ha venido a sacar de la apatía. Y es que u —al respecto de mi sensibilidad al hablar del tema— me hizo este sucinto comentario:

oh, estás sensible
un abracín

Claro que, con ese acentín tan asturiano que le ha salido, se lo perdono todo —porque me toca la fibra "sensible", fíu—, pero no puedo dejar de percibir cierto retintín sarcástico en el tono, que oscila entre el sorprendido candor y la rechufla descarada. Como que no acabara de creérselo, vamos.

¿Qué pasa, que los chicos no podemos estar "sensibles"? No vamos a entrar ahora en honduras léxicas, pero creo que ya va siendo hora de desterrar ese erróneo mito que asegura que los varones concentramos toda nuestra sensibilidad a la altura de la bragueta. Y no es así: los tíos somos mucho más sensibles de lo que parece.


Es una idea falsa que los chicos carezcamos de sensibilidad: cualquier tío, cualquiera, es capaz de emocionarse con una película o una canción. De verdad. ¿A qué hombre de pelo en pecho no se le retuerce el alma cuando Rocky está recibiendo la del pulpo, y ve entre el público la cara de circunstancias de su novia? O en esas pelis de Bruce Lee —tan metódicas que siempre parecían tener el mismo guión—, cuando los malos malísimos secuestraban, pegaban, violaban y mataban a su novia, hermana, madre o lo que tocase. ¿Qué, no es eso sensibilidad?
Lo que pasa es que luego no hay tío que aguante al Ramazotti o al Sergio Dalma, pero a la hora de los "lentos" en las discotecas de la época no veas si no había allí sentimiento, sentido y lo que hiciera falta. A ver quién dice que no nos emocionamos con la música romántica.
Tampoco es cierto que no tengamos sensibilidad para las tendencias y la moda. Ni mucho menos: cada vez que se impone alguna innovación estética interesante, es comentada y aplaudida en todos los círculos masculinos, masivamente. Claro que no toda la moda nos conmueve, pero en cuestiones de marcar, ceñir y mostrar seguro que más de uno podría impartir un máster.
Y es que todo es mala fama: no somos tan duros. La desgracia ajena, las historias de fuerte carga emotiva, también nos conmueven profundamente: de hecho, cualquier milonga bien contada nos sensibiliza, siempre que la narradora entorne bien los ojitos al hacerlo, o sea muy generosa en las formas.
Nuestra relación con el recuerdo y el pasado también es muy intensa: algunos guardan los muñecos de la infancia o siguen leyendo tebeos. Claro que otros prefieren las muñecas —de tamaños desorbitados— y usan la memoria para llevar la cuenta de sus hazañas —porque las muescas, tipo revólver del oeste, resultarían demasiado dolorosas—, pero esto no es óbice para que mantengamos estrechísimas relaciones sociales, llenas de fraternidad y solidaridad, y que seamos capaces de decirle a nuestros amigos, en los momentos oportunos, cuánto les queremos. Aunque haga falta beberse medio bar para eso: si es por la amistad, lo que sea.
Me da la impresión de que todo este malentendido de nuestra falta de sensibilidad, esas infundadas acusaciones de embrutecimiento, se deben a un profundo desconocimiento de nuestro verdadero ser, de nuestra esencia masculina. Los hombres también lloramos. Claro que sí. Tenemos sentimientos, y a veces hasta los exteriorizamos. De verdad. Y, quien lo dude, que nos acompañe cuando quiera al niño y a mí a los Campos de Sport, cualquier día en que haya perdido el Racing. A ver quién dice luego que no somos sensibles.



11 comentarios:

Mariano Zurdo dijo...

¿Te parece lícito nombrar un lunes de buena mañana a Bruce Lee? Cáspitas, Javier, que se me están cayendo unos lagrimones encima del teclado como si hubiera pelado un camión lleno de cebollas...

Anónimo dijo...

"porque las muescas, tipo revólver del oeste, resultarían demasiado dolorosas"

jejeje, qué bueno, guate!

Voy a hacer como que no lo he pillado...

rakel dijo...

ola!
yo realmente creo eso de que los hombres son sensibles. sin más, recuerdo la ultima vez que hablé de castrar al gato con unos amigos(masculinos), como lo sintieron, pobre bicho, dijeron ellos. o tambien he reparado en la empatia masculina, cuando en un partido se escapa una patada o un balón malvado impacta directamente en los genitales de algún desdichado jugador, entonces el dolor se refleja en la cara de todos y cada uno de LOS espectadores....
si, sois MUY sensibles a los sentimientos de los demás. jajajajajajajajajajajajajajajaaja
ay, lo dejo ya, que mira, también estoy llorando....
bjs!

Gentiana dijo...

Hola Javier:

Puedo dar fe de tu sensibilidad, tú llámame a declarar si hace falta... ;-)

Un abrazo (con cuidado)

Desesperada dijo...

hombre hombre, pero quién puede dudar de la sensibilidad masculina, por favor! no seré yo, ja ja ja ja. aunque, por otra parte, ¿todas las mujeres son sensibles?

Iván dijo...

¿Que los hombres no tenemos sensibilidad? El otro día me di un martillazo en el dedo y os aseguro que lo sentí. Pero bien además. Así que,por lo menos en los dedos, sensibilidad tengo.
Bromas aparte quién diga esas cosas es que por el camino no se habrácruzado con los hombres adecuados. En esta vida hay de todo, como se suele decir. Es cuestión de buscarlo.

Ing. Cardioide dijo...

Mi estimado Javier,

En efecto, los hombres somos sensibles, sólo que no entienden cómo llegar a esa sensibilida' pues.

Yo por ejemplo tengo pocas cosas con las que me hagan sentir sensible o que toquen esa fibra. Y claro no las diré :P jaja

Y luego yo escribiendo luego de ver a Rocky *snif* regreso, voy por una cheve (cerveza) para consolarme jajaja.

Aloha! Un abrazo desde acá de Hermosillo (que por cierto hoy me regreso a El Pueblo y he de confesar que no me agrada del todo dejar acá para ir a El Pueblo, pue que esté algo sensible jeje)

Lalo.

Anónimo dijo...

Es que Mariano siempre tiene razón!!!!

Por cierto, la sensibilidad no entiende de sexos, es un don con el que nacemos todas y todos. Luego está el que la disimula más y el que menos. Deberíamos de soltarnos y ser libres en estas cosas, son auténticos dones, ¿verdad?

Ojo! Los dones no dan derechos, esto, lo olvida mucha gente.

Un abrazo también!

Olalla Díaz dijo...

Para mi, que el intríngulis está en dónde ponemos la sensibilidad cada uno (sin diferencias sexuadas)...

Anónimo dijo...

Bravo por el artículo autoirónico. Sensibilidad y malevolencia van casi necesariamente unidas. ;))) Beso grande para mi sensible favorito.

Anónimo dijo...

que síii que son muy sensibles. Y no tiene nada que ver con el futbol, el Bruce Lee ese ni los golpes del Stallone. Mi churri se "añurga" (como decimos en Canarias) viendo por decima vez su "Diario de Noa", escribe poemas de desarmor y protesta porque me olvido de decirle que le quiero.

.... Y yo mientras me rio con las sangrientas de George A. Romero, me lo paso pipa con mis amigos jugando al Resident Evil en la play y no me pierdo un partido de rugby jajajaja