Esta semana mi periódico, el diario Alerta, ha decidido modificar su estrategia en internet, y a partir de ahora ya no será posible acceder gratuitamente a la edición digital.
Doctores tiene la Iglesia, pero me da a mí que, visto el carrerón de elpais.com en payperview (o payperread, vamos)… Y precisamente ahora, cuando hasta los boletines oficiales han decidido pasar del papel y centrarse en versiones digitales y de acceso universal.
En fin, que sobre eso habla mi última columna de la sección de cultura. Y, como ya pocos vais a poder leerla, aquí la transcribo:
El lento ocaso del papel
El gobierno regional ha anunciado que el BOC dejará de publicarse en papel, y a partir del próximo año el boletín sólo se editará en formato digital, accesible a través de internet. Un anuncio esperado, lógico y temido. Esperado, porque sigue la senda abierta por el BOE, y a la que poco a poco se sumarán todas la administraciones. Lógico, ya que las cifras “cantan”, y no se puede dar la espalda a las tendencias globales ni a la mecánica tecnológica. Y temido, puesto que significa una advertencia para las artes gráficas –y para la cultura libresca, en general– de que el cambio de impreso a digital es irreversible.
Parece indudable que la “conversión digital” sea buena: el ahorro en medios materiales y tiempo es considerable. Sobra la carísima maquinaria, se acortan los plazos de producción y, de paso, se contamina menos. El usuario puede acceder a coste cero, sin restricciones geográficas ni de horario, y además se evitan los problemas logísticos del medio impreso: transporte, almacenamiento, distribución, etc.
Pero el negocio no es tan redondo, al menos en su saldo social. Y es que el mundo de la impresión supone un tejido económico de gran importancia, cuya supervivencia está en entredicho. Podemos hacernos lenguas del reciclaje profesional, de los nuevos yacimientos de empleo y de las oportunidades de la crisis, pero lo cierto es que la “reconversión digital” está golpeando de lleno al sector más inesperado: la prensa. Y es que cada día nos desayunamos con el cierre de algún diario, con los recortes de plantilla, o con soluciones “creativas”, como la de The Iris Times, reduciendo los salarios de directivos y mandos intermedios.
En cualquier caso, es evidente que algo sucede cuando han desaparecido hasta los periódicos gratuitos que hace un año atestaban los buzones. Nos guste o no, se trata de un proceso inevitable, en el que mandan las cifras. Tal como han desaparecido las enciclopedias y los manuales de instrucciones impresos, también el papel prensa está en peligro. Pero que nadie se alarme: bastará con saber coger el paso a los tiempos, y plantearse la alternativa digital. O darse al fetichismo, como los coleccionistas de vinilos.
5 comentarios:
lo que le faltaba a Alerta, si su edición digital ya estaba de capa caída con esto va a quedar sólo para sus auténticos fieles. Económicamente es un suicidio aunque tal vez la cuestión es que ya lo han dado por perdido y prefieren dejarse de líos y amarrar unas decenas de euros que les lleguen de algún despistado
Yo creo que está bien y que los periódicos deben dejar de regalar su contenido. Todo cuesta.
Pues por mí, las radios, tan mentirosas y pedestres y manipuladoras como casi todo en los diarios de papel
o lo digital, que es mi forma de hacer desde hace dos años y algo...
y el look lo cambié, Javier, o no me has visto en las nuevas fotos?
Pues es como el chorrito, se "hacía chiquito, se hacía chiquito"..... tendrás que pararte en otra piedra diferente ahora :)
Es un error. Lo que tendrían que plantearse, alguna vez, es tener una web en condiciones, ya que el día que desaparezca el papel, que llegará, estarán aún más a la zaga de lo que ya están.
Un error con mayúsculas.
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