Vera y Franco mantenían una relación maravillosa, basada en su delicadeza a la hora de afrontar la realidad. Cuando él llegaba tarde, Vera decía: “cuánto habrás trabajado, debes estar rendido”. Cuando ella se pintaba demasiado o escogía el peor vestido, Franco entornaba los ojos y afirmaba: “cómo me gustas” y “qué bien te sienta”. Cuando se cruzaban con unas piernas torneadas o con un lobo de mar, los dos se miraban con ternura y susurraban: “te querré siempre”. Todo era perfecto; nunca había una voz, jamás un reproche o un desacuerdo. El día en que Vera abandonó a Franco, le aseguró muy sonriente: “enseguida vuelvo”, mientras cerraba la puerta para siempre.
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martes, 3 de junio de 2008
Verdades adornadas [microrrelato]
Publicado por Javier Menéndez Llamazares en 22:46 Califica este artículo (1-5):
Etiquetas: Miscelánea
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7 comentarios:
El viaje no fue con el MBA jeje...Vimos la boca de la verdad que tienes en la foto pero de lejos..visita exprés...
Un saludo
Buenísimo relato, Javier. Me alegro de leer ficción tuya. Todavía me acuerdo de aquel golpe con las ediciones completas de Quevedo...
:D
Acertaste con el relato y con la foto, ¿eh?
Simplemente colosal...y terrible.
Muy bueno.
suele pasar, todo está bien hasta que resulta que estaba mal :-) buen relato, me gustan mucho los relatos cortos!y coincido, la foto apropiada para el texto, un saludete
realmente esquisito,es corto y con gran enseñansa debo desir, por que realmente muestra la adversidad humana en una forma casi de fabula pero mostrandonos tal como somos muy bueno. sigue asi y ojala y lo leñeran los incultos. jajaja va enserio.
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