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miércoles, 2 de enero de 2008

Nueva publicación

Acaban de entregarme un ejemplar de un libro en el que he colaborado con un texto; se trata de «Si me quieres escribir…», una idea muy original en la que el fotógrafo Daniel Martín ofrece su particular visión del "otro mundo" —con una serie de instantáneas sobre arte y costumbres funerarias en la provincia de León— y algunos escritores "ilustran" con letras las imágenes.
Yo tuve la fortuna de que Vicente de Barrio, el promotor del libro, se acordase de mí y así pude colaborar con un pequeño antipoema, y codearme nada menos que con Gamoneda y Elena Santiago, entre otros.
La excelente edición corrió a cargo de Everest —aunque la pasta la pusieron la Diputación y alguna otra institución— y estuvo al cuidado de Antonio Manilla.
Aquí os dejo mi texto, y la imagen a la que ilustra.




VIDA ETERNA




Yo era como tú,
un miedoso,
siempre pensando: cuando llegue el día
voy a estar horrible
se me ajará el cutis
me quedaré en los huesos
y nadie querrá visitarme.

Y, sin embargo,
desde que estoy muerto,
no he tenido que escribir ningún informe
ya no necesito gafas
no me han vuelto a doler las muelas
nunca suena el teléfono de madrugada
ni tengo que sufrir viendo los telediarios
no llego tarde a ninguna cita
ni llaman pelmazos a mi puerta
para venderme la vida eterna
Ya no hay jefes, ni broncas,
ni multas de aparcamiento,
pero lo que más me satisface
es que, desde que estoy muerto,
me estoy ahorrando una pasta en calefacción

Cierto que me perderé
el ascenso de la Cultural a primera
que ya no me concederán
esa hipoteca a cincuenta años
que las chicas ahora pasan
de largo ante mi nicho
y que no me dejan salir mucho
pero total, hace meses que no me afeito…

Ahora, eso sí,
si alguien pudiera hacerme llegar
una cervecita bien fría y un paquete de Camel
sería el muerto más feliz
de la tierra.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Progreso [antipoema]

Tres mil y pico megaherzios
doble procesador
cinco gigabytes de ram
y el caché más alto del mercado;
bahías y puertos,
periféricos, teleféricos,
bluetooth, blue-ray,
blue-velvet...
pantalla plana de cristal líquido
conexión inalámbrica
teclado partido
y ergonomía en el ratón;
tres millones de líneas de código
—propietario, claro está—
accesos directos, alias
la cima de la civilización,

y todo para jugar
un triste solitario
y ver
películas porno.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

¿Madurez?

Me hago mayor.
Quiero decir que ahora lo noto
que poco a poco voy envejeciendo
y tengo ideas que jamás creí
que pudiera aceptar.
Y veo el riesgo a cada paso;
ya no fumo dos paquetes de rubio,
ni conduzco a doscientos por la autopista,
hago caso a la doctora,
como menos de lo quisiera,
no persigo a las chicas,
ni he vuelto a ver películas subtituladas,
duermo por las noches,
voy a la oficina,
escribo a los amigos.
Y noto que me hago mayor,
porque no le doy
la menor importancia.


martes, 23 de octubre de 2007

Héroes [Antipoema]


Debajo de mi casa hay una estatua que recuerda
al bravo teniente Fuentes, Joaquín.
El busto, de bronce oxidado, es blanco de la palomas.
Es el retrato de un joven de veintinueve años
que en 1925 fue un héroe
de una guerra olvidada, en Marruecos.
Al parecer fue muy valiente
resistiendo los embates de Abd-el-Krim,
y contra una fuerza superior en número
defendió la plaza con su vida.
Esto es lo que cuenta el cartel
que puso el ayuntamiento
en El Sardinero.
Seguro que aquel septiembre corrió el champán
en el casino y en los salones del Paseo Pereda
para festejar el valor de aquel ciudadano
que recibió la Cruz Laureada a título póstumo.
Qué gran orgullo para su familia,
que seguro que era una buena familia.
Qué honor para la ciudad,
que le dedicó una avenida
en un barrio selecto.
Qué terrible pérdida, el sacrificio de un joven,
de una edad parecida a la mía,
por defender Kudia-Tahar, allá en África,
que quien sabe qué tesoros guardaría.
Pero yo no puedo dejar de pensar
en los jóvenes soldados bajo su mando
con los que cruzó la línea de fuego,
aquellos muchachos que no habían pisado la academia
y desconocían los placeres del pabellón de oficiales.
Quizá no supieran leer ni escribir
y tampoco nada de estrategia militar;
reclutas que no pudieron pagar la exclusión
y a los que no les importaban los sheiks berberiscos
ni la independencia del Rif.
Cómo olvidar esas muertes gloriosas
por defender un trozo de colonia,
esas vidas generosamente regaladas
para que la Patria aplazara su pérdida.
¿Quién brindó por ellos?
¿Dónde están sus estatuas, sus avenidas?
Si el joven teniente hubiera pensado
en reagrupar las tropas en la retaguardia
quizá hubiera perdido la posición
pero habría salvado a sus soldados.
Seguro que por eso es la estatua tan pequeña
apenas un busto en cuyo pedestal
los perros orinan y defecan.

lunes, 10 de septiembre de 2007

La verdadera historia [Antipoema]

Que me liaron, mujer,
ya sabes que yo no quería
pero insistieron:
que si quédate un poco más,
que si prueba este néctar
que si nos vemos en el Lesbos.
Y yo quería venir
pero ya me conoces, no sé
decir que no.
Así me arrastraron hasta el hipódromo,
y luego a derrochar lo que ganamos,
y por ahí nos metimos en una bronca
que ardió Troya.
Créeme, te juro
que esas manchas de la túnica
no son carmín
sino restos del fragor de la batalla;
si total a esas horas ya no quedaba
ni una Casandra
que llevarse al catre.
Y luego no encontraba el camino
ni las llaves del coche
Ya, ya, que me he pasado un poco
que es algo tarde,
pero chica, ni que hubieran sido
veinte años;
aunque ¿no te alegra pensar
que después de tanto tiempo
todavía te quiera?
Vamos, Penélope,
no seas así, mujer
ábreme ya el pórtico;
ya inventaremos algo mejor
para que los vecinos no murmuren,
que esta noche me han contado
una muy buena
de cíclopes y sirenas
y maldiciones divinas.
Anda, explícaselo tú, Homero,
a ver si se ablanda.

viernes, 22 de junio de 2007

VICENTE GUTIÉRREZ RECURRE A LA ELOCUENCIA

De qué te sirve ser
el primero de la clase;
para qué resolver neperianos
y calcular distancias
en años luz;
qué sentido tiene dejarse
la vista en una tesis
y llevar gafas de pasta.
Para qué un máster, una cátedra
si luego suspiras
—como todos—
por la chica con trenzas
de la tercera fila
ésa que siempre deja
tres para septiembre.
De qué te sirve ser
un genio
si las chicas sólo piensan
en futbolistas depilados.
Deja ya esos libros aparcados
y apúntate conmigo
en el gimnasio.

domingo, 13 de mayo de 2007

Poesía esporádica

Goethe

Una tarde de viento intenso, cuando salía de casa con un enorme taco de folios llenos de poemas, un golpe de aire me los arrebató.
Dos centenares de hojas blancas volaron avenida abajo, camino del mar, como un rebaño de pedacitos de papel que, imposible de detener, se dispersó por todo Valdenoja.
¿Qué será de aquellas hojas? Parecían todas tan iguales, con sus palabras aplastadas sobre las fibras, como si se hubieran estrellado en la página tras una vertiginosa caída. Tantos pensamientos destilados, tantas horas de paciente corrección, rodando por la calzada…
Y ahora se llenarán de pisadas, de marcas de neumáticos, incordiarán a los barrenderos, llegarán hasta los acantilados de Mataleñas, el campo de golf, el faro, los aledaños del Sardinero, y quién sabe hasta dónde.
Se convertirán en barquitos de papel, en aviones, se quedarán acurrucadas en los bordillos, y quizá alguien sienta curiosidad, recoja algún folio, lo lea y descubre en él mis pobres versos huérfanos, como si fuera una acción poética de las caducas vanguardias.
Como las esporas de las plantas, así mis versos se diseminaron, esperando encontrar un terreno apropiado en el que germinar.

martes, 24 de abril de 2007

Aniversario


Quién lo hubiera pensado
hace diecisiete años
y algunas horas.
Yo te miraba y sólo veía
tu piel dorada,
la sonrisa eterna
de los diecisiete años.
Era mil novecientos noventa,
pero podría haber sido
el principio de los tiempos.
Era en León, en aquel instituto
donde malgastábamos las tardes
publicando revistas de literatura.
Te veía llegar
con aquel vestido rojo
y me temblaba la voz
al hablar en público.
Cuántas noches en vela,
cuánto deseo;
cuántas veces tuve que rondarte
hasta robarte un beso.
Cómo saber entonces
que sería para siempre.
Y ahora me miras
y ya sabes
lo que quiero decir
sin necesidad de palabras.
Que te miro y sólo veo
tu piel dorada
la sonrisa eterna
de los diecisiete años.

[El 24 de abril de 1990 Pilar y yo empezamos a salir. El 24 de abril de 1998 nos casamos. Incomprensiblemente, todavía me soporta. Gracias, mi amor; sobre todo, por los años que vendrán.]

miércoles, 28 de marzo de 2007

Cosas que no se pueden encontrar en Internet

A pesar de los motores de búsqueda
que procesan en milisegundos
millones de entradas,
por más brújulas con que navegues
es imposible dar
entre el oleaje del hipertexto
con algunas cosas elementales:
En internet no hay
hojas de árbol puestas a secar
entre las páginas web.
No hay párrafos subrayados
ni anotaciones a mano
Nunca se quedan migas de galletas
ni arena de la playa
entre las hojas.
No se puede usar como marcapáginas
una factura del banco.
En internet el viento nunca
te desbarata los folios y los hace volar
como una bandada de palomas.
Tampoco llueve nunca
en las tardes tristes.
Internet no te echa de menos
ni te pasa la mano
por el hombro
cuando quiere engatusarte.
En internet no hay
duelos a muerte
al ponerse el sol
ni nadie que te espere
a la salida de clase.
Internet no tiene
sabor a fresa
ni barquilleros
en las esquinas.
Internet nunca olvida tu cumpleaños,
pero no tiene habitaciones
con derecho a desayuno
y en toda la red mundial
es imposible emborracharse.
Pero, sobre todo, no hay web
ni chat ni blog ni foro
ni dominio
en el pueda encontrarte
porque te escondes detrás
de nicks, de falsos nombres
que te sirven de máscara
para que no pueda reconocerte
y a través de la red
no hay abrazos
ni sonrisas (sinceras)
y es muy difícil
ver tus ojos y sentir
el leve temblor
de un beso.
Porque internet no es más que
varios trillones de unos y
varios trillones de ceros,
una enorme mentira que no tiene
ni un centímetro
de piel.